EL PERIGRINAJA A CANAÁN

Que empecemos la historia en la tierra de Egipto. El pueblo hebreo había vivido allá por cuatrocientos años. Durante esta época, las familias de los doce hijos de Israel habían llegado a ser una nación grande. La Biblia dice que llenaron la tierra. Cuando un nuevo rey que no conocía a Jacob llegó a reinar, esclavizó a los hebreos. Tenía tanto miedo de ellos que decidió a matar a todos sus niñitos.

Recuérdese, en esos días, Moisés nació. Dios llamó a Moisés que libertara a los hebreos de la esclavitud. Dios dio a Moisés el poder para obrar milagros y traer plagas sobre la tierra de Egipto. Fue por esos milagros que el pueblo de Dios fue libertado.

No obstante, mientras los hebreos salían de Egipto, el Faraón cambió su pensar. Despachó su ejército para capturar sus esclavos y hacerles regresar. Pero, Dios protectó a su pueblo con otro gran milagro. Partió el Mar Rojo para que los hijos de Israel pudieran caminar al otro lado sobre tierra seca. La Biblia enseña que había una pared de agua en ambos lados de ellos. Todos los hebreos pasaron al otro lado con todo seguridad, pero cuando los egipcios trataron de seguirles, Dios dejó regresar las aguas del mar, y todos ellos se ahogaron.

Moisés estaba tan alegre que cantó un cántico de victoria. El cántico comienza: "Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Jehovah, diciendo: "¡Cantaré a Jehovah, pues se ha enaltecido grandemente! ¡Ha arrojado al mar caballos y jinetes! Jehovah es mi fortaleza y mi canción; él ha sido mi salvación. ¡Este es mi Dios! Yo le alabaré. ¡El Dios de mi padre! A él ensalzaré." (Éxodo 15:1-2)

Moisés dio la gloria a Gios por su salvación y liberación, y así nosotros deberíamos hacer lo mismo.

Muchos años después el apóstol Pablo se acordara de esta historia y notara que así es la vida cristiana. Estábamos esclavos del pecado, y Dios nos libertó en la misma manera que lo hizo con los hebreos. Su tránsito por el Mar Rojo era como nuestro bautismo. Su peregrinaje por el desierto en camino a la Tierra Prometida es semejante a nuestro peregrinaje al cielo.

Escucha cuidadosamente estas palabras de 1 Corintios 10:1-6: "No quiero que ignoréis, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube, y que todos atravesaron el mar. Todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar. Todos comieron la misma comida espiritual. Todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Sin embargo, Dios no se agradó de la mayoría de ellos; pues quedaron postrados en el desierto. Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no seamos codiciosos de cosas malas, como ellos codiciaron.

La distancia de Egipto a la Tierra Prometida es corta, pero el peregrinaje demoró cuarenta años. La razón por el peregrinaje tan large era su incredulidad. Había mucha gente perversa viviendo en la Tierra Prometida, y Dios quería que fuera expulsada por los hebreos. Esta gente adoraba a ídolos y aún hizo sacrificios humanos de sus propios hijos. Pero los hebreos tenían miedo de esta gente porque eran gigantes. Doce hombres salieron para reconocer la tierra, y diez tdenían miedo de reclamar la tierra que Dios les había prometido. Dijeron que se sentían como langostas al lado de esos gigantes. La gente creyó ese informe perverso y se desanimó. Se decidió no obedecer a Dios.

Entonces Dios se enojó mucho. Se decidió no dejar a esa gente incrédulo y desobediente heredar la tierra que Él había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Siendo que los espías pasaron cuarenta días reconociendo la tierra, Dios se decidió hacerles, los hijos de Israel, peregrinar cuarenta años en el disierto. Por cada día de incredulidad, sufrieron un años de peregrinar.

Habían sólo dos espías que creían a Dios y querían obedecerle. Eran Caleb y Josué. Estos hombres llegaron a ser héroes por su fe. Dios cuidó sus vidas y tuvieron el privilegio de heredar la tierra que Dios había prometido. La nación de gente incrédula pereció en el desierto.

El desierto de Sinaí tenía muh poca agua y pocos alimentos. Había más de dos millones de habitantes en la nación y además, ellos tenían rebaños y manadas. Dios tuvo que ayudarles. Cada día El hizo caer a la tierra maná. Maná era semejante a una semilla pequeña. Cada día allos recogieron suficiente para cada persona y la molieron para hacer panes. También, Dios los ayudó a conseguir agua. La ropa no se envejeció ni se gastaron los zapatos.

A pesar de todo que Dios hizo por Su pueblo, no lo apreciaron. Estda es una de las razones principales que murieron en el desierto.

Esta historia hermosa se encuentra en el libro de Éxodo y el libro de Números. Espero que algún día Ud. puede leerla directamente de su propia Biblia.

Los cristianos de hoy día somos semejantes a los hebreos en el desierto. Somos semejantes a foresteros a peregrinos en camino a la Tierra Prometida. El diablo tratará de desanimarnos, pero n o se rinda, y no abandone la carrera. Algún día entraremos en nuestro reposo, lo mismo que ellos entraron en su reposo.