LA LEY
He aquí los Diez Mandamientos:
1. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
2. No te harás imagen ni ninguna semejanza.
3. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.
4. Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
5. Honra a tu padre y a tu madre.
6. No matarás.
7. No cometerás adulterio.
8. No hurtarás.
9. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
10. No codiciarás.
Los Diez Mandamientos se encuentran en dos lugares distintos en la biblia. (Éxodo 20 y Deuteronomio 5) Espero que algún día Ud. Lea estos mandamientos directamente de la Biblia.
Los Diez Mandamientos fueron escritos en tablas de piedra. Esa ley era fría, rígida, e inflexible. No tenía misericordia. Los que violaron la Ley estuvieron sentenciados a muerte. Por ejemplo, un hombre fue hallado recogiendo leña en el día de reposo. Esto fue una violación del cuarto mandamiento de acordarse del día de reposo para santificarlo. Este hombre fue apedreado a muerte por violar la Ley de Dios. (Números 15:32-36)
La Ley que condenó a ese hombre, también condena a nosotros. Nosotros, también, hemos violado la Ley de Dios.
Dios es un Dios de amor y nos dio Su Ley con un objetivo especial. No quería condenarnos, sino quería salvarnos. Nos dio la Ley para mostrar que necesitamos un Salvador. La Ley nos hace volver a Cristo para que seamos justifados por fe.
Juan, el apóstol de Cristo, contó un historia hermosa que ilustra esta misma verdad. Es la h istoria de una mujer pecaminosa quien fue traida a Jesús. Él escribió: "Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: --Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio. Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices? Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo. Pero como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: --El de vosotros que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra. Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno, comenzando por los más viejos. Sólo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: --Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella dijo: --Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: --Ni yo te condeno. Vete y desde ahora no peques más." (Juan 8:3-11)
Esta historia ilustra la verdadera esencia del Evangelio cristiano. La ley no fue dada para salvar, sino fue dada para mostdrar nuestra necesidad de un Salvador. Rue dada para traernos a Jesús para que seamos salvos. La ley fue dada para comprobar que todos pecaron, y estan destituidos de la gloria de Dios. Cuando entendemos nuestra propia perversidad, entonces estamos prontos a volvernos a Cristo para ser salvos. La Ley comprueba que merecemos la muerte. Jesús nos da la oportunidad de escoger la vida.
Jesús es un gran Salvador. Él está lleno de misericordia y compasión. Él está pronto a perdonar completamente a todos los que a Él vengan por fe. Él no sólo perdona nuestros pecados, sino pone el Espíritu Santo en nuestros corazones para ayudarnos a vivir la vida cristiana.
La Ley trataba de controlar el comportamiento del hombre por exigencias exteriores. Esto no dio buen resultados. Conversión controla nuestro comportamiento por cambiarnos de adentro. No debemos ser "conformados", sino "transformados".
La palabra bíblica por "transormación" es "metamorfosis". Esto es lo que pasa cuando una oruga llega a ser una mariposa. Igualmente, esto es lo que pasa con un persona pecaminosa que nace de nuevo.
Cuando nacemos de nuevo, Dios nos da una nueva naturaleza. Aún, tenemos problemas y dificultades, pero duestra vueva naturaleza nos ayuda ganar la victoria.
El profeta Ezequiel predijo: "Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de vosotros y haré que andéis según mis leyes, que guardéis mis decretos y que los pongáis por obra." (Ezequiel 36:26-27)
Jeremías predijo que Dios dará Su Ley en su mente, y la escribirá en su corazón: " Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehovah: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie a su hermano, diciendo: 'Conoce a Jehovah.' Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehovah. Porque yo perdonaré su iniquidad y no me acordaré más de su pecado." (Jeremías 31:33-34)
Jesús hizo la misma promesa maravillosa a sus Discípulos. Dijo que no los abandonara o los dejara como huérfanos. Él los prometió mandar Su Espíritu a sus corazones y a ayudarles en vivir la vida cirstiana.
Jesús da la misma promesa a todos. Todos nosotros hemos quebrantado todas las leyes de Dios. Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios: "porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús." ( Romanos 3:23-24)
¡Jesús quiere ser su Salvador! ¡Por favor, invítele que venga a su corazón hoy día!B