EL REINO DIVIDIDO

El pueblo de Dios estaba unido en un solo reino por aproximadamente 120 añps. Saúl reinó por cuarenta años. Salomón, también, reinó por cuarenta años. Después de la muerte de Salomón, el reino se dividió.

A pesar de la sabiduría de Salomón, él se equivocó mucho. Sus esposas paganas por ejemplo, desviaron su corazón de Dios. Las Escrituras apuntan: "Y sucedió que cuando Salomón era ya anciano, sus mujeres hicieron que su corazón se desviara tras otros dioses. Su corazón no fue íntegro para con Jehovah su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astarte, diosa de los sidonios, y a Moloc, ídolo detestable de los amonitas. Salomón hizo lo malo ante los ojos de Jehovah y no siguió plenamente a Jehovah como su padre David. Entonces Salomón edificó un lugar alto a Quemós, ídolo detestable de Moab, en el monte que está frente a Jerusalén, y a Moloc, ídolo detestable de los hijos de Amón. Y así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. Jehovah se indignó contra Salomón, porque su corazón se había desviado de Jehovah Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces" (1 Reyes 11:4-9)

El Señor estuvo enojado con Salomón por causa de sus pecados, y se decidió a desgarrar su reino.

Cuando Roboam, hijo de Salomón llegó a ser el rey, la nación en frentaba una crisis financiera. El esilo de vida disipado de Salomón había resultado en empuestos opresivos. Los ancianos aconsejaban a Roboam que bajara estos impuestos, e el pueblo le serviría para siempre.

Desgraciadamente, Roboam escuchó los consejos de sus amigos jóvenes. Ellos dijeron a Roboam que debiera decirles: "Mi dededo más pequeño es más grueso que los lomos de mi padre". En vez de reducir los gastos del gobierno y bajar los impuestos, se decidieron hacer lo opuesto. Esto resultó en una revuelta que dividió la nación, y causó que diez tribus siguieron a Jeroboam, el hijo de Nabat.

La division de reino era gergráfica además de política. Las dos tribus ubícadas cerca a Jerusalén, se quedaron con Roboam. Ellas eran las tribus de Judá y Benjamín. El reino de dos tribus se llamaba "El Reino Sur" o "Judá".

Las 10 tribus al norte fueron conocidos como "El Reino Norte", "Israel", o "Efraín". Recuérdese, el Templo estaba ubicado en Jerusalén. Por lo menos tres veces al año, cada judío devoto fue obligado por la ley a adorar en el Templo. Jeroboam tuvo miedo que su pueblo lo hiciera. Tuvo miedo que si adorara en Jerusalén, su lealtad volvería a Roboam, y él sería matado. Por eso, Jeroboam se decidió a establecer una religión falsa. Las Escrituras constan el evento con estas palabras: "Y habiendo tomado consejo, el rey hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: "ĦBastante habéis subido a Jerusalén! ĦHe aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto! Puso el uno en Betel y el otro lo puso en Dan. Y esto fue ocasión de pecado, porque el pueblo iba para adorar delante de uno de ellos, hasta Dan. También hizo santuarios en los lugares altos e instituyó sacerdotes de entre la gente común, que no eran hijos de Leví." (1 Reyes 12:28-31)

El reino norte duró hasta 722 AC cuando fue conquistado por los asírios. Durante todo este tiempo, nunca tenían un rey piadoso, ni un revivamiento espiritual. Después de ser conquistados, hicieron algo más que Dios les había prohibido hacer. Se casaron con las asirias. Estos judíos mestizos, con su religión y la cultura samaritana.

Cuando Jesús caminaba en la tierra, los judíos todavía no tuvieron nada que ver con los samaritanos. Jesús tomó parte por este asunto, y dijo a una mujer samaritana: "Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación procede de los judíos." (Juan 4:22)

También, Jesús le contó a esa mujer las Buenas Nuevas acerca de los Templos. Le dijo que el tiempo venía, y ya había llegado, cuando la adoración verdadera no estaría en templos hechos por manos humanas. No tendría que viajar a una cierta ciudad, ni a un cierto lugar para adorar a Dios. Jesús dijo que la adoración verdadera sería en espíritu y verdad.

Dios amaba al Reino Norte a pesar de su apostasía. Él envió sus profetas santos para llamarles al arrepentimiento. Constatemente, rechazaron su amor. Un profeta que Dios les envió se llamaba Amós. Amós constató un principio divino: que Dios nunca trae juicio sobre alguien sin darle una advertencia. Esta verdad se encuentra en la Santa Biblia en el libra de Amós, capítulo 3, versículo 7.

Algún día Dios destruirá la tierra, y ya nos ha dado la advertencia que lo hará. " Pero el día del Señor vendrá como ladrón. Entonces los cielos pasarán con grande estruendo; los elementos, ardiendo, serán deshechos, y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas. Ya que todas estas cosas han de ser deshechas, Ħqué clase de personas debéis ser vosotros en conducta santa y piadosa, aguardando y apresurándoos para la venida del día de Dios! Por causa de ese día los cielos, siendo encendidos, serán deshechos; y los elementos, al ser abrasados, serán fundidos. Según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia. Por tanto, oh amados, estando a la espera de estas cosas, procurad con empeño ser hallados en paz por él, sin mancha e irreprensibles." (2 Pedro 3:10-14)

Si hubiéramos recibido al Señor Jesús como nuestro Salvador, no temeríamos por el fin del mondo. Por favor, ĦRecíbelo ahorita como su Salvador!