BABEL

Después del diluvio, había solo ocho personas vivas en la tierrra. Ellos eran Noé y su esposa, sus tres hijos, y sus esposas. Otra vez, el hombre tenía la oportunidad de comenzar de nuevo. La tierra había sido lavado de su perversidad.

Recuérdese Ud. las palabras de Jesús. El dijo que el pecado no empieza fuera del hombre y llega a entrar por la fuerza. El pecado empieza dentro del hombre. Pronto Noé se emborrachó. El problema no tuvo nada que ver con el ambiente. El problema se quedó con él mismo. Entonces su nieto, Canaán fue maldito por causa de un pecado sexual. Con el tiempo, toda la humanidad de la tierra estaba nuevamente en un estado de pecado y rebelión contra Dios.

Un ejemplo de su rebelión fue su deseo de construir una torre que llegaría al cielo. Dios quería que se dispersaran para poblar la tierra. Ellos querían una torre para evitar que sean dispersados. Las escrituras hace constar lo que sucedió con estas palabras:

Y dijeron: "Venid, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo. Hagámonos un nombre, no sea que nos dispersemos sobre la faz de toda la tierra." Jehovah descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres. Entonces dijo Jehovah: "He aquí que este pueblo está unido, y todos hablan el mismo idioma. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada les impedirá hacer lo que se proponen. Vamos, pues, descendamos y confundamos allí su lenguaje, para que nadie entienda lo que dice su compañero." Así los dispersó Jehovah de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por tanto, el nombre de dicha ciudad fue Babel, porque Jehovah confundió allí el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los dispersó sobre la faz de toda la tierra. (Génesis 11:4 - 9)

Muchos años después, el profeta Jeremías escribiera: "Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29:13) Con todo, el problema en ese tiempo era que el pueblo no buscaba a Dios con todo su corazón.

Una de las razones que Dios dispersó a este pueblo y confundió su lenguaje era para que ellos le buscaran a Él. Dios no quiere que ninguno perezca. Él quiere que todos sean salvos. Considere lo que dijo el apóstol Pablo hace casi dos mil años. El dijo que: "De uno solo ha hecho toda raza de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra." Nosotros ya supimos eso. Todos hemos venido de la familia de Noé. Pablo continuaba: "El ha determinado de antemano el orden de los tiempos y los límites de su habitación, para que busquen a Dios, si de alguna manera, aun a tientas, palpasen y le hallasen. Aunque, a la verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros;" (Hechos 17:26 - 27)

Todos los proyectos terrenales están sujetos a descomposición y destrucción. Todo edificio terrenal o gobierno son sólo temporales. Dios quiere que le busquemos. El quiere que hagamos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

Cada vez que Ud. escuche a alguien hablando un idioma distinto, que lo haga recordarse de buscar a Dios. Dios ha determinado dónde Ud. debería vivir y qué lenguaje debería hablar. Él lo hizo esto para que Ud. lo busque, aunque Él no está lejos de cualquier de nosotros. El apóstol Pablo también señaló que Cristo está muy cerca ahora mismo. No es necesario ascender al cielo para traer a Cristo abajo. Ni es necesario descender al abismo para traer a Cristo de entre los muertos. En este momento, Jesús está a la puerta de su corazón.

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y si crees en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se hace confesión para salvación. (Romanos 10:9 - 10)

Juan escribió estas palabras en el libro de Apocalipsis:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)

¿Por qué no invitar a Cristo a entrar en su corazón ahora mismo?