Lección uno

wpe2.jpg (1936 bytes)  BSPAN.gif (12181 bytes)  wpe3.jpg (1936 bytes)


LAS PRIORIDADES DE JESUS

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40).

¡Pues bien, ...allí están!

Sin embargo, después de 2,000 años casi nadie los ha tomado en serio.

El autor de la Biblia resume la totalidad de su mensaje a sólo dos sencillos mandamientos, pero la mayoría de nosotros estamos aferrados en hacer del cristianismo algo técnico y complicado.

Jesús redujo la esencia de la religión pura a un estilo de vida tan totalmente sencillo que, como lo predijo Isaías, "el torpe no erraría", pero tal sencillez está escondida de los sabios y de los entendidos (Mateo 11:25).

El Maestro de las monosílabas ha declarado todo el propósito de Dios para el hombre en sólo dos mandamientos cardinales, pero sus bien intencionados seguidores han insertado bastantes letritas para dividir al mundo cristiano en cientos de facciones que contienden entre sí.

En un solo párrafo Jesús propuso un criterio de la vida lo suficientemente amplio que abarcaba a toda la humanidad, pero tan reducido para que sea el único por toda la eternidad. ¿Por qué persistimos en agravar estos mandamientos tan sencillos transformándolos en credos complicados?

Después de haber arrasado con la confusión y el desorden provocado por la mala interpretación y el tradicionalismo, Jesús nos informa que el amor lo es todo. Por inspiración de su Espíritu sabemos que acabará la profecía, cesarán las lenguas y acabará la ciencia; pero el amor nunca dejará de ser (I Corintios 13:8). La fe llegará a ser vista y la esperanza se hará realidad, pero la esencia del amor trasciende al tiempo.

A pesar de la acertada afirmación de Jesús en cuanto a la supremacía del amor, la mayoría de nosotros estamos decididos a establecer nuestras propias prioridades. Nos acercamos a las Escrituras con predeterminados prejuicios teológicos, de modo que, teniendo ojos, no vemos; y teniendo oídos, no oímos (Marcos 8:18). Tal problema no es nada nuevo. Es la misma mentalidad que precipitó al Calvario, como procuraremos probarlo más tarde.

Controversia en cuanto a las prioridades.

Jesús enseñó estos dos mandamientos en un contexto de controversia. En los tiempos de Cristo, la nación judía estaba dividida en varias "sectas" o "denominaciones". Se mencionan tres de ellas con respecto al caso ante nosotros. Cada una de estas sectas se distinguió de las demás por sus prioridades en religión.

La primer secta mencionada es la de los fariseos (Mateo 22:15-22). Las Escrituras nos dicen que ellos consultaron cómo sorprender a Jesús en alguna palabra. La palabra "fariseo" quiere decir "separado". Sus raíces históricas se remontan al período de los macabeos cuando algunos líderes de su pueblo empezaron a emparentar con los gentiles. Indignados por ello, algunos judíos se "separaron" y llegaron a ser la secta más estricta y numerosa de las denominaciones judías.

El segundo grupo fue el de los herodianos (Mateo 22:16). Muy poco se sabe de ellos, pero su nombre se asocia con la política. Tres veces se mencionan en las Escrituras siempre aliados con los fariseos en contra de Jesús (vea Marcos 3:6; 12:13).

El tercer grupo fue el de los saduceos que se distinguía en negar la resurrección (Mateo 22:23).

Los tres grupos tuvieron algo en común: siempre estuvieron en contra de Jesús. Cada uno intentó atraparlo con sus preguntas teológicas favoritas.

Los herodianos le preguntaron: "¿Es lícito dar tributo a César, o no? Tal pregunta fue concebida para dividir a Jesús de sus seguidores, o separarlo del gobierno romano, o lograr ambos objetivos.

Los saduceos le plantearon la hipotética situación de una mujer que se había casado y había enviudado siete veces. Entonces le preguntaron triunfalmente: ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?

Estas preguntas estaban planeadas tanto para desconcertar a Jesús como para provocar alguna controversia perjudicial. Sin embargo, para disgusto de esos teólogos, Jesús contestó ambas preguntas con autoridad y sencillez.

"Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?" (Mateo 22:34-36).

La respuesta a esta pregunta también había sido ideada para polarizar y dividir a los discípulos de Jesús. Al intérprete de la ley no le importaba cómo respondiese Jesús; él se enemistaría con muchos de sus seguidores y éstos lo abandonarían.

Sin embargo, Jesús estableció prioridades que audazmente trancendieron al denominacionalismo. Señaló que, como prioridad número uno en la vida, hay que amar a Dios en la forma correcta. La segunda prioridad es amar a nuestro prójimo en la forma correcta. Por favor démonos cuenta que no señaló una tercer prioridad. Los dos grandes mandamientos satisfacen todo lo demás.

Pero los que intenten justificarse a sí mismos, preguntarán: ¿quién es mi prójimo?

Para responder a esta pregunta, Jesús contó una anécdota acerca de un hombre que cayó en manos de ladrones y que fue dejado casi muerto.

El sacerdote y el levita pasaron de largo. Sus prioridades religiosas eran tales que no les permitieron ayudar. Tal vez no quisieron contaminarse debido a sus responsabilidades santas en el templo. Pero pasó el samaritano, un hombre considerado como irreligioso por los sacerdotes y los levitas. El samaritano no se regía por normas religiosas...sino por el amor. No tuvo que buscar respuesta en las Escrituras tocante al dilema del hombre herido; simplemente hizo por tal hombre lo que le hubiese gustado que le hiciesen si él hubiese estado en las mismas circunstancias. Jesús dijo: "Vé, y haz tú lo mismo" (Lucas 10:25-37).

Las prioridades hoy.

Ante la situación del cristianismo del siglo XX, el legalismo judío se ve moderado y débil. Ellos tenían sólo un puñado de denominaciones...nosotros tenemos miles. Ellos sólo diferían en algunas prioridades...nosotros diferimos en miles. Muy cierto es que cada denominación tiene su razón de ser y cada año surgen nuevos bandos. Pero mientras insistamos en establecer nuestras propias prioridades, este horrendo problema va a continuar. Cada denominación está convencida que "lo principal" es algo distinto; y, si Jesús se apareciese, lo fastidiaríamos con muchas preguntas tal cual lo hicieron los fariseos, sólo para "demostrar que nuestros hermanos están equivocados" y que nosotros siempre tuvimos razón.

Nadie es justo. No hay justo...ni aun uno. Los que tratan de justificarse a sí mismos, nunca se aprovecharán de la justicia de Dios. La sola idea de que nuestra salvación depende de alguna técnica teológica es totalmente absurda...pero creída por todas partes.

De veras que el cristianismo es afortunado porque Cristo es el Autor y Consumador de nuestra fe quien ha establecido las prioridades para nosotros. El insistió que "lo más importante" es el amor. Ahora bien, con esto, no estamos diciendo que la doctrina bíblica no sea importante; sólo afirmamos que no es lo más importante. El amor le precede a un acuerdo y no viceversa. No llegamos a amarnos porque estemos de acuerdo, sino que llegamos a estar de acuerdo porque nos amamos.

No es una trivialidad aceptar las prioridades de Jesús, sino que es el concepto más revolucionario jamás conocido antes. Los que se comprometen a las prioridades del amor se encontrarán como extranjeros y peregrinos en tierra extranjera. Constantemente pasarán aflicción y soportarán la soledad sentida mientras encuentran a alguien que los comprenda.

La gente de convicciones fuertes no cambiará tan fácilmente. Jesús fue crucificado tratando de convencer al mundo que Dios es amor. Suena paradójico pero, en ocasiones, la persecución viene de gente muy religiosa que piensa que, al hacerlo así, rinde servicio a Dios.

Albert Einstein introdujo la Era Nuclear al dejar su simple fórmula (E = mc2). Sin embargo, hay una inmensa diferencia entre poner tal fórmula en el pizarrón a detonar una bomba atómica. Alguien tuvo que transformar la ecuación para hacerla realidad...y no fue un proyecto fácil.

De igual forma, las palabras de Jesús tocante al amor, no serán relevantes en nuestra generación hasta que se expresen en las vidas de la gente...y esta tarea no será nada fácil. La máxima expresión del amor se ve en el Calvario. De tal manera amó Dios al mundo que ha dado...y el regalo que él dio fue que se dio a sí mismo. Las Escrituras afirman: "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros" luego se añade, "también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos" (I Juan 3:16).

No sólo se les canta a las cruces, también se muere en ellas. Los que experimenten el poder de la resurrección de Jesús también deben gozarse en sus padecimientos. No todos están llamados a ser mártires, pero todos debemos crucificarnos espiritualmente con Cristo para que el poder de su resurrección opere en nosotros. No podemos hacer experimentos con la gente como se hace con diferentes sustancias en tubos de ensayo o con ratas en un maizal. No podemos accionar el interruptor espiritual y mantenernos indiferentes a la gente. Mediante el amor llegamos a ser esclavos unos de otros. Los que no se nieguen a sí mismos y tomen su cruz, no podrán ser sus discípulos.

* Puede que usted hable lenguas humanas y angélicas, pero si no tiene amor, será como metal que resuena o címbalo que retiñe.

* Puede que usted profetice y entienda todos los misterios y toda ciencia. Puede tener toda la fe de tal manera que traslade montes, pero si no tiene amor, de nada le sirve.

* Usted puede repartir todos sus bienes para alimentar a los pobres y puede entregar su cuerpo para que sea quemado, pero si no tiene amor, ¿de qué le sirve?

"Lo más importante" en el cristianismo es el amor...

Si usted no ama,

lo ha perdido todo.

 


Preguntas para reflexionar-Lección uno.

1. Cite varias denominaciones y enliste sus puntos doctrinales más sobresalientes.

2. A primera vista, ¿qué detectaría un visitante como lo más importante en su congregación?

3. ¿Conoce usted algún grupo que se caracterice por amarse unos a otros?

4. ¿Se equivocaría Jesús al poner como prioridad el amor?

5. ¿Podría cambiar Jesús esta prioridad si se dirigiese a nuestra generación?

6. ¿Por qué se ha evadido el énfasis en el amor?

7. ¿Puede usted pensar en algo más importante que el amor dentro del cristianismo?

8. ¿Puede usted pensar de un tercer mandamiento que Jesús debió darnos?