Lección dos

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ENFRENTANDO LA REALIDAD

¡Suponga que usted es Dios! Más que ninguna otra cosa, suponga que desea que su creación lo ame y que se amen unos a otros. Suponga que todo lo que ha querido enseñar se convierte en rituales que frustran totalmente la meta. Suponga que decidió despojarse de su majestad y convertirse en humano porque quiere mostrar personalmente lo que había estado intentando enseñar desde el principio. Imagínese que ha reunido en torno suyo a un grupito de labriegos que no tenían los prejuicios de los teólogos bien preparados. Imagínese que les enseña una forma de vida que trasciende la obediencia a determinada ley. Suponga que usted murió en una cruz para que los hombres viesen qué es el amor. Imagínese que aún así la gente no lo entienda. Sólo imagínese...

Un vistazo en el espejo.

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era (Santiago 1:23-24).

Existe la historia de una mujer que, acongojada por el pecado de vanidad, acudió a su ministro. El problema es "mi belleza", dijo ella. "A dondequiera que voy los hombres me codician y las mujeres me envidian". El ministro le respondió: "¿Sabe qué?". "Usted no es vanidosa...sino que está loca".

La mayoría de nosotros padecemos el mismo problema hasta cierto grado. No importa qué tan feos seamos, poseemos la capacidad de vernos en el espejo y luego olvidarnos cómo somos.

Una mujer ante su "vanidoso" espejo probablemente no tenga esa super imagen de sí misma sino hasta que esté recostada o camine presumiendo por la calle. Puede tener la belleza y el encanto de una alce y todavía olvidarse de quién realmente es. Puede, en sus sueños, llegar a ser "la atracción de la fiesta" o la hermosa princesa con un sinnúmero de admiradores.

También hay hombres que tensarían sus músculos y se contemplarían a sí mismos. Aunque alguien parezca a un canguro, se olvidará de su flácida y colgante carne y de su panza, y en su fantasía se considerará un Atlas digno de admiración por aquellos que tengan el privilegio de cruzarse por su camino.

A la iglesia se le llama la "esposa de Cristo" y desafortunadamente no somos inmunes al irracional comportamiento del síndrome del espejo. Después de 2,000 años del ferviente compromiso de evangelizar al mundo, estamos más lejos de cumplir con la tarea que cuando empezamos. Muchos de nosotros todavía estamos tan obsesionados de nuestra "belleza" e "inteligencia" que nos oponemos fuertemente a cualquier cambio. Tal vez no seamos vanidosos...sino que estamos locos.

La realidad.

La población mundial estimada en enero de 1998 era de 5,862,874,511. Es difícil captar esa cantidad de almas. Si todos nos tomásemos de las manos, podríamos darle 150 vueltas a la tierra o podríamos reproducir quince veces la distancia de la tierra a la luna.

Si los cristianos pudiesen guiar estas almas a Cristo una por minuto, se tardarían 11,155 años para ganar a todas, sin que naciese o muriese nadie más.

Pero continúa naciendo gente. De hecho, cada segundo que pasa nacen cuatro bebés; y aun después de descontar las muertes, la población mundial crece 200,000 personas diarias. Nuestro planeta tiene hoy otros 70,000,000 de personas más que ganar para Cristo que el año pasado. La población mundial será el doble en unos 35 años más, a pesar de que la gente está muriendo. 165,000 personas desfilan hacia la eternidad cada 24 horas.

Hay más gente inconversa en nuestros días que la que había cuando Jesús dio la gran comisión. Sin embargo, es muy extraño que muchos cristianos ingenuamente piensen que estamos ganando al mundo para Cristo. A nuestros ojos somos como la iglesia de Laodicea: "ricos y sin necesidad de nada". Sin embargo, a los ojos de Dios, somos unos "desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos".

¡No estamos dominando al mundo para Cristo! Henry Halley, en su famoso Bible Handbook, dice que para el año 313 d. C., la mitad del imperio romano era cristiano.

La World Literature Crusade indicó que para el año 1800, una cuarta parte del mundo se asociaba con el cristianismo evangélico.

En 1977, sólo el 8% de la población mundial se asociaba con el cristianismo evangélico y ese porcentaje disminuye con cada movimiento del péndulo. Indudablemente algo anda mal. La meta del evangelio es la dominación mundial. Cristo dijo:

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28:19-20).

"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15).

"...y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén" (Lucas 24:47).

"...pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8).

Admitiendo nuestros errores.

En esta coyuntura es de suma importancia que no nos "cerremos" o nos pongamos a la defensiva. Jesús no vino a atender a los "sanos" sino a los "enfermos". Es mucho más fácil que Jesús ayude a los que reconozcan sus problemas que a los que tratan de ocultarlos con hábiles arreglos de hojas de higuera.

¿No sería mucho mejor ir como niños ante Jesús y admitir que hemos hecho un desastre? ¿No sería mucho mejor confesar con toda sinceridad como el hijo pródigo y no hacernos los ofendidos como el hermano mayor?

Un antiguo dicho, dice: "si todo falla, lea las instrucciones". Pero precisamente éste ha sido uno de nuestros principales problemas. La mayoría de nosotros cree haber leído ya las instrucciones, pero en la práctica nos hemos apartado por diversos caminos. ¿Por qué no permitir que Cristo nos diga de qué se trata todo esto? La versión Reina-Valera, revisión 1960, contiene:

3,566,480 letras

773,746 palabras

31,102 versículos

1,189 capítulos

66 libros

Pero Jesús, el autor de la Biblia, ha reducido su mensaje a sólo dos mandamientos. El dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

¿Será posible que la mayoría de nuestros problemas estén directamente asociados con nuestra falla en creer y practicar las prioridades de Jesús?

¿Estamos dormidos?

El sueño es un muy extraño fenómeno aún no bien entendido por la ciencia médica. Por lo general, esperamos que alguien dormido se quede en cierta posición, volteándose ocasionalmente de un lado a otro o experimentando algunas contracciones musculares. Las ondas cerebrales disminuyen mucho a menos que se tenga algún sueño o pesadilla. Ya que alguien durmiendo no realiza ningún trabajo, desde luego resulta apropiado referirse a la "muerte" con el término "dormir".

La analogía y comparación entre dormir y el letargo espiritual es muy obvia (vea Romanos 11:8; 13:11; Efesios 5:14; I Tesalonicenses 5:6-11, etc.). Una iglesia dormida es similar a una persona dormida. Una iglesia dormida tal vez se voltee de vez en cuando y experimente algunas contracciones o tenga algún sueño fantástico, pero no llevará a cabo nada importante.

Despertar a una iglesia así conlleva ciertos riesgos. No todos se despiertan con una sonrisa. En ocasiones, la gente toma a mal que se le despierte con una alarma o con agua fría. Aquellos que se encargan de despertar a los dormidos deben esperar refunfuños y tal vez hasta una cachetada.

Es bueno recordar que la monotonía conduce al adormecimiento. Esta es una de las razones por qué muchos conductores se duermen al ir manejando en las autopistas. El zumbido del motor...el ruido de las llantas...y la monótona rutina han arrullado a muchos choferes en un sueño fatal. De igual forma la monotonía en nuestras congregaciones es parcialmente responsable de cristianos soñolientos.

El "cristiano" común puede llegar a la iglesia, el domingo por la mañana, con la misma mentalidad con que se tropezó en el baño la noche anterior. Puede echarle un vistazo al boletín y relajarse seguro de que nada nuevo pasará. Todos los domingos ha sido lo mismo y hoy no será la excepción. Puede sentarse en el lugar acostumbrado seguro de que su ministro lo conducirá (y a toda la congregación) hasta otro himno de invitación como lo ha hecho tantas veces antes. Con la arrulladora música, el monótono sermón y la tranquila rutina, es muy difícil mantenerse despierto.

Las Escrituras enseñan:

...Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor (Efesios 5:14-17).

Al despertar, encendamos las luces y enfrentémonos a la realidad para descubrir que la voluntad del Señor es que amemos.


Preguntas para reflexionar-Lección dos.

1. ¿Cree usted que sí estamos ganando al mundo para Cristo?

2. ¿Por qué nos negamos a aceptar nuestros errores?

3. ¿En verdad esperaba Jesús que evangelizásemos al mundo?

4. ¿Por qué no enfatizó Pablo el evangelismo en sus cartas a las iglesias?

5. ¿Es posible ser el 100% objetivo en cuanto a nuestra congregación y a nosotros mismos?

6. ¿Ha oído usted de algún país que recientemente haya sido arrasado por el cristianismo?

7. ¿Está usted de acuerdo que en la actualidad muchos duermen? Si es así, ¿qué recomienda usted para despertarlos?