Lección siete
...Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz... (I Corintios 14:33). Cuando todas las actividades terrenales se reducen a su mínimo común denominador, nos damos cuenta que sólo dos fuerzas han estado operando. Una para bien y la otra para mal. En ocasiones el mal parece ser el bien y viceversa; pero en el análisis final la simple dicotomía Dios y Satanás es la explicación válida para la vida como lo sabemos y lo hemos visto ya.
Contrastes importantes.
La carta de Santiago fue dirigida a las doce tribus de la dispersión. Es un hecho comprobado que los judíos convertidos estaban involucrados en prolongadas y serias disputas que amenazaban con destruir a la iglesia primitiva. La controversia sobre el legalismo fue manifiesta en Antioquía (Hechos 15:1-35), Jerusalén (Hechos 21:20-36), Creta (Tito 1:10), Roma (Romanos 14:1 - 15:6) y virtualmente en todo el mundo Mediterráneo, eso fue lo que constituyó las bases de la carta de Pablo a los gálatas. Es el antecedente para entender la oposición contra Pablo en Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Tesalónica, Berea y Corinto. Comprender apropiadamente este asunto nos lleva a dar una zancada hacia la correcta comprensión de la mayor parte del Nuevo Testamento.
Los maestros judíos que recorrieron la tierra intentando destruir el trabajo de Pablo, sin duda, sintieron que rendían servicio a Dios. Sin embargo, las "contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias y desórdenes" (II Corintios 12:20) que normalmente acompañaban a sus esfuerzos, indican una sabiduría muy diferente de la que Dios usa.
Esta verdad apunta gráficamente a nuestra atención. Después de enfatizar el poder influenciador de un maestro y, en consecuencia, la juiciosa crítica que todos los maestros deben enfrentar, se usan las siguientes palabras para delinear y describir dos tipos de sabiduría:
Santiago 3:13-18
Sabiduría terrenal Sabiduría celestial
celos amargos pura
terrenal pacífica
animal amable
diabólica benigna
perturbadora misericordiosa
de toda obra perversa de buenos frutos
sin incertidumbre
sin hipocresía
La carta a los Gálatas presenta la misma dicotomía:
Gálatas 5:19-23
Obras de la carne Fruto del Espíritu
adulterio amor
fornicación gozo
inmundicia paz
lascivia paciencia
idolatría benignidad
hechicerías bondad
enemistades fe
pleitos mansedumbre
celos templanza
iras
contiendas
disensiones
herejías
envidias
homicidios
borracheras
orgías
y cosas semejantes a estas
La carta a los Colosenses enseña,
Colosenses 3:8-14
Dejad Vestíos de
ira misericordia
enojo benignidad
malicia humildad
blasfemia mansedumbre
palabras deshonestas paciencia
mentira soportándoos
perdonándoos
amor
Jesús dijo: "por sus frutos los conoceréis" (mateo 7:16). Dijo esto de los falsos profetas inmediatamente después de haber enseñado sobre la "regla de oro". El carácter básico de los líderes religiosos se puede determinar por sus frutos. Algunos arbustos se caracterizan por tener muchas espinas; otros se reconocen por sus deliciosos frutos. Algunos maestros se reconocen por su amargo enfurecimiento o genio áspero; otros por su benignidad y paciencia. ¡Por sus frutos los conoceréis!
Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Cuando Dios creó el Edén, éste era un modelo de paz y quietud. No había carnicería o confusión porque hasta los animales comían toda planta verde (Génesis 1:30). Una vez que el autor de la confusión hubo hecho su tarea, toda la naturaleza fue arrojada por completo a la agonía del temor y del disturbio.
Es muy obvio que el autor de la confusión ha estado trabajando en el cristianismo.
La oración de Jesús pidiendo paz.
La oración más larga de Jesús registrada en la Biblia fue la que hizo la noche previa al calvario. En la agonía de aquella hora oró por él y por sus apóstoles. Luego dijo:
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado (Juan 17:20-23).
La importancia de esta oración no puede expresarse con palabras. Cuando Jesús oró por nosotros, lo único que las Escrituras registran como deseo suyo, fue que congeniásemos bien. Los que tienen el Espíritu de Cristo Jesús no pueden ser indiferentes a la unidad cristiana. Un cuidadoso análisis de esta oración indica una asociación directa entre la paz en el cristianismo y la evangelización del mundo. Y a la inversa, existe una innegable relación entre nuestro divisionismo y un mundo incrédulo. Si nuestro amor de unos a otros prueba que somos discípulos de Cristo, nuestra falta de amor probará lo contrario.
Amenazas a la paz.
La unidad y la armonía de los creyentes es tan vital en el cristianismo que cualquiera que amenaza esta unidad debe ser señalado y evitado.
Ilustrémoslo con la carta a los Romanos. Ya que Roma fue el eje político del mundo antiguo, era una mezcolanza de razas, credos y nacionalidades. No es difícil imaginarnos la tirantez de las relaciones en tal ciudad. El ciudadano romano, obsesionado por el dominio del mundo, era ofensivo para el filosófico griego. Miles de esclavos oprimidos estaban a punto de declararles la guerra a sus amos opresores. Los judíos casi perdían los sentidos y estaban sumamente ofendidos por la idolatría de los paganos. La sociedad estaba inmersa en disturbios debido a las clases sociales, la discriminación y la pobreza que también han plagado nuestro mundo moderno.
Es natural que la iglesia en Roma haya tenido convertidos de todos los trasfondos sociales y étnicos ya que el cristianismo es una fe para todas las naciones (Romanos 1:5). El evangelio es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree (Romanos 1:16). Ya que el compañerismo de los creyentes incluyó a "todas las naciones", es natural que hayan surgido malos entendidos y tensiones en la iglesia. Para que los creyentes mantuviesen la unidad y la paz se les exhortó:
La sola idea de que alguien dividiese el cuerpo único era tan fuera de la naturaleza de la fe para todas las naciones, que Pablo prosiguió:
Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a muestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos (Romanos 16:17-18).
La herejía.
Seamos optimistas y supongamos que usted en verdad quiere saber de qué se trata todo esto. Usted ha leído en la historia que miles de personas fueron ejecutadas por ser "herejes", pero no sabe qué o quién es un hereje. Así que, moderémonos y veamos lo que la Biblia enseña en cuanto a la herejía.
La palabra "herejía" viene de la palabra griega hairesis que significa "escoger" u "optar". El Nuevo Testamento sólo la usa nueve veces. De las Escrituras que le enlistamos para su conveniencia, la palabra en cursiva equivale a "herejía".
Notará usted que los traductores no han sido consistentes. Usaron la palabra "secta" cinco veces, "herejía" tres veces y "disensiones" una vez al traducir la misma palabra griega. Tal palabra no es mala en sí misma puesto que sólo se refiere a un partido, secta, división o facción. Sin embargo, llega a ser mala cuando se asocia con el cristianismo porque el cuerpo de creyentes cristianos debe ser "uno" para que el mundo crea en Cristo. Los cristianos son una "secta" o "herejía" según se usa la palabra en Hechos ya que hemos "escogido" a Jesús y estamos "separados" de paganos y judíos incrédulos, etc. Sin embargo, se condena de satánica a cualquier "herejía" o "secta" dentro de la estructura del cuerpo de Cristo.
Aunque ya hemos mencionado las "obras de la carne" en Gálatas 5:19-21, será de provecho reexaminar en detalle este pasaje porque provee discernimiento en cuanto a la forma en que puede presentarse la "herejía" en el cuerpo de Cristo. El camino que nos conduce a la "herejía" está atestado de "...enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías" (Gálatas 5:20).
El primer paso hacia el camino de la herejía son las enemistades. En griego la palabra es ecdra, traducida también como "odio". Se usa en Lucas 23:12 para describir la enemistad entre Pilato y Herodes. Luego se usa en Efesios 2:14-16 para mostrarnos las fulminantes enemistades entre judíos y gentiles. En su Word Studies (Estudio de palabras), Vine la describe como lo "opuesto al amor". Observe: el camino hacia la herejía comienza con falta de amor.
El segundo paso en el camino hacia la herejía son los "pleitos". Su equivalente griego es eris que también se traduce como "disputa". Thayer (p.249) la define como "contención, rivalidad o pleito". En II Corintios 12:20 está traducida como "contienda". Cuando no se ama a alguien es muy fácil pleitear o contender sobre cualquier cosa.
El tercer paso en el camino hacia la herejía es "celos". En el griego es zelos que también se traduce como "desconfianza o emulación". Thayer (p.271) la define de dos formas. Primeramente, se usa en el buen sentido del "celo, pasión por alcanzar, perseguir o defender algo". Sin embargo, no todo celo es bueno, por lo que tal palabra también significa "una rivalidad contenciosa y envidiosa: emulación". Cuando personas que no se aman han tenido una disputa o pleito, también es fácil encontrar una "rivalidad contenciosa y envidiosa" entre ellos.
El cuarto paso en el camino hacia la herejía es la "ira". Su equivalente griego es dumos que Thayer (p.293) define como "pasión, enfurecimiento acalorado, enfurecerse de inmediato hasta consumirse hirviendo y aplacarse súbitamente, ardor, cólera y furor". Esta palabra enfatiza un "repentino surgimiento de enojo" opuesto a orgué que significa indignación que surge poco a poco pero que llega a arraigarse más. En Apocalipsis está traducida como "ira, gloria, ardor de su ira, furor y de la ira (Apocalipsis 14:10; 15:8; 16:15; 18:3; 19:15)". Cuando personas que no se aman han caído en debates y rivalidades contenciosas, no es difícil encontrar a alguien que se encienda en un apasionado brote de furor e ira.
El quinto paso en el camino hacia la herejía son "contiendas o rivalidades". Su equivalente griego es erideía que también se traduce "faccioso partidista o hilar lana". Esta palabra es muy pintoresca y sólo se usa ocho veces en el Nuevo Testamento. Aristóteles la usó para señalar a aquellos que "hacían campañas electorales, buscando el aplauso del pueblo mediante las trampas y el cantinflismo". Tal palabra viene de "eridos" que significa "trabajo a sueldo, alquilarse". Thayer (p.249) señala que esta palabra se usó en el Nuevo Testamento para designar "distinciones de cortejo, un deseo de llamar la atención hacia sí mismo, un espíritu revoltoso y partidario que no menosprecia rebajarse". Cuando personas que no se aman han peleado contenciosamente, y cuando alguien ha explotado por el furor y la pasión de la ira, es normal encontrar a tal gente propagando sus puntos de vista mediante campañas sucias. La política sucia en la iglesia sólo está a dos pasos de la herejía.
El sexto paso en el camino que conduce a la herejía es "disensiones". Su equivalente es la palabra griega dicostasia que también se traduce como "divisiones". Thayer (p.153) la define como "mantenerse apartado, disensión o división". Después que una iglesia se envuelve en política sucia, rápidamente se presenta el divisionismo.
Y por fin hemos llegado a la "herejía" que significa "escoger" u "optar". Una vez que comienzan a aparecer las divisiones muchos se sentirán forzados a "tomar partido" y precisamente de eso trata la herejía.
Pablo escribió a los corintos: Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. ¿Es posible que sean buenas las herejías para el cuerpo de Cristo? Precisamente parece que esto es lo que las Escrituras enseñan. Dios ha provisto el medio para que se expulse el veneno del cuerpo humano y así también ha provisto la forma para que salga el veneno del cuerpo de Cristo. Los "aprobados" siempre estarán unidos a Cristo. Ninguna presión hará que formen bandos o que aparten de Jesús su lealtad. Los que no tienen ese amor por el Señor encontrarán muy natural expresar sus naturalezas carnales al apoyar algún rumbo distinto. Tal vez algunos que están leyendo estas palabras ya vayan rumbo a la herejía. Su falta de amor ya lo ha conducido a algunas disputas y su orgullo ha ocultado a Cristo.
Recuerde que los que causan división son sensuales y no tienen al Espíritu (Judas 19). No olvide que el Señor aborrece al que siembra discordia entre hermanos (Proverbios 6:19). Olvídese de su alianza a sus amigos y agrupaciones o bandos y únase sólo a Cristo. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! (Salmos 133:1).
Preguntas para reflexionar-Lección siete.
1. Enliste algunas áreas de confusión en nuestra iglesia moderna y en el mundo y encuentre sus causas.
2. ¿Qué amenazó destruir la unidad de la iglesia del primer siglo?
3. ¿Qué amenaza destruir la unidad de nuestra iglesia?
4. ¿Quiere ver dividida Jesús a su iglesia en denominaciones?
5. ¿Cómo podría ayudar a su congregación el inspirado consejo de Pablo a los romanos?
6. ¿Es mala toda herejía?
7. ¿Cómo puede el amor prevenir la herejía?