LA NATURALEZA DE DIOS SE REVELA

EN LAS ESCRITURAS

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos (Isaías 55:8-9).

Es obvio que los pensamientos y los caminos de Dios trascienden a los nuestros. Es igualmente obvio que desde el principio Dios ha buscado comunicarse con el hombre.

En el huerto, Dios le habló al hombre. Alguien se ha percatado que ningún ser humano habla jamás hasta que alguien no le hable a él. La lengua se aprende, no se hereda. Psicólogos analizaron a un niño de siete años que había crecido con lobos. No hablaba absolutamente nada sino que sólo emitía sonidos aproximados a los que él oyó a su alrededor.

Dios anhelaba comunicarse con el hombre. Finalmente, las palabras de Dios se redujeron a la escritura. La palabra hablada pasó a la palabra escrita. Naturalmente, se comunicaría algo de la naturaleza de Dios mediante sus palabras.

La palabra es un vehículo de la comunicación. Nuevamente me permito enfatizar que Jesucristo es la Palabra de Dios en el más claro y verdadero sentido que el ser humano sea capaz de entender. El Verbo de Dios fue hecho carne, y habitó entre nosotros. Anhelaba que nosotros entendiésemos su naturaleza. Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.

Por supuesto, la naturaleza de Dios revelada en su Hijo es clara; está en completa y perfecta armonía con la naturaleza de Dios revelada en las Escrituras. Tan sólo un rápido vistazo a ellas revelaría que la naturaleza de Dios trasciende las leyes terrenales y el razonamiento humano.

CAIN Y ABEL

Cuando Adán y Eva pecaron se les prometió que la simiente de la mujer triunfaría sobre la serpiente (Génesis 3:15).

Esto, sin duda, fue el tema de muchas conversaciones alrededor de las fogatas.

Cuando Caín nació, tuvo que haberse estremecido de emoción al escuchar estas historias y pueda que hasta haya creído que él sería el vencedor de la causa de la humanidad en aplastar la cabeza de la serpiente.

Cuando Abel, su hermano menor nació, Caín se sentía muy superior a él en muchos aspectos. Hasta cierto punto, el hermano mayor siempre es superior al menor tanto física como intelectualmente. Por ejemplo, un niño de cuatro años casi siempre es más grande, más fuerte, más rápido y más inteligente que el de dos años.

Sin embargo, Dios no aceptó la ofrenda de Caín, aun cuando este era el primogénito. Dios, en cambio, respetó el sacrificio de Abel.

El libro de Hebreos nos informa,

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella (Hebreos 11:4).

En cierto sentido ningún ser humano es justo. Por ejemplo, Romanos 3:10 afirma, No hay justo, ni aun uno.

Las Escrituras no afirman que Abel haya sido justo, sólo que alcanzó testimonio de que era justo. O como se narra en otras versiones, que fue declarado justo.

En realidad esta historia puede parecerse más a la del hijo pródigo que Cristo haya contado muchos años después. El hijo mayor sobresalía en muchas formas, pero se honró al menor con regalos y un banquete. El hijo pródigo no fue más justo que Abel, pero alcanzó honor a causa de su espíritu humilde y sumiso.

En ambas instancias se enojó el hermano mayor. Cada uno esperó que Dios viese las cosas desde el punto de vista humano y que juzgase la naturaleza humana desde una perspectiva terrenal.

¡Dios no lo hizo así! Y el registro de sus actos está asentado en las primeras páginas de nuestra Biblia para proveernos de un indicio de su manera de pensar.

La historia de Caín y Abel nos muestra el poder trascendental de la fe, y es precisamente por esto mismo que Dios nos dio la Ley de Moisés. Fue un ayo que nos condujese a Cristo para que pudiésemos ser justificados por la fe.

ABRAHAM Y SARA

No es nuestro propósito presentar una relación completa de los héroes y heroínas de la fe, sino más bien recorrer concisamente las Escrituras para mostrar que en cada era y dispensación Dios ha operado fuera del razonamiento y las leyes humanas.

Debió haber habido miles de mujeres que Dios pudo usar para perpetuar el linaje sagrado y hacer posible que la simiente de la mujer finalmente triunfase sobre Satanás. Sin embargo, deliberadamente eligió a una mujer estéril a quien ya se le había pasado la edad de concebir. Fue promesa de Dios. Cada uno quedó plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, sí lo podía hacer, sin importar las leyes naturales. La fe de ellos trascendió las leyes terrenales.

ISMAEL E ISAAC

Cuando Isaac nació, la familia se topó con un problema legal. Si Abraham no hubiese tenido hijos, su propiedad habría pasado a su mayordomo principal. En este caso, pudo haber sido Eliezer de Damasco (Génesis 15:2).

Sin embargo, nació Ismael como el heredero legal de Abraham. Aunque su madre era esclava, todavía tenía legalidad y legitimidad por ser primogénito.

Más tarde se especificaría en la Ley de Moisés:

...en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primogénito; mas al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la primogenitura (Deuteronomio 21:16-17).

Pero, había un principio que trascendía a los reclamos legales y a las leyes humanas. Este era el principio de la fe.

Las promesas de Dios a Abraham no se cumplieron a través de Ismael, sino en Isaac. Esta historia no está en la Biblia por mero accidente...obviamente Dios estaba tratando de enseñarnos algo.

ESAU Y JACOB

Isaac tuvo dos hijos. Sin duda alguna Esaú era el primogénito, pero otra vez la soberanía de Dios tenía precedencia sobre consideraciones legales.

Antes de que naciesen y antes de que cualquiera de ellos tuviese oportunidad de hacer bien o mal, Dios dijo que el mayor serviría al menor (Romanos 9:11-12).

Tal historia es suficiente para darle una terrible jaqueca a un abogado. Desconcierta a los que reducirían a Dios a alguien a quien podríamos impugnar u obligar ante la corte mediante contrato legal. Está, sin embargo, en completa armonía con la forma en que Dios se ha revelado a través de las páginas de su Santa Palabra.

RUBEN, EFRAIN Y JUDA

Rubén fue el primogénito de Jacob, a Efraín se le dio el derecho de la primogenitura y Judá prevaleció sobre todos ellos como el poseedor del cetro y progenitor de Cristo.

Obsérvese en cuanto a ello en I Crónicas 5:1-2:

Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José).

Rubén era el primogénito, luego le siguieron Simeón y Leví, después Judá. Estos cuatro hijos le nacieron a Jacob de Lea. Los siguientes en la familia fueron Dan y Neftalí, hijos de Jacob y Bila. Después vinieron Gad y Aser por conducto de Zilpa. Lea tuvo otros dos hijos más, Isacar y Zabulón. José y Benjamín fueron los últimos en nacer. No parece correcto que se otorgase a José el honor de que su hijo fuese el primogénito de Jacob, teniendo preeminencia y prioridad sobre sus tíos que por Ley le precedían.

La situación se torna aún más increíble con aquel hecho cuando José llevó sus dos hijos ante el anciano Jacob y cuidadosamente colocó a su hijo primogénito a la derecha del patriarca. Jacob entonces cruzó sus manos para otorgarles bendición.

José objetó, No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza (Génesis 48:18).

¡Jacob se rehusó hacerlo así! Efraín, aunque menor, sería considerado primogénito a pesar de que su hermano Manasés era legalmente el primogénito.

Dios determinó que ya no reconocería la genealogía de Jesucristo a través del primogénito, así que, en su soberana sabiduría, escogió a Judá.

Génesis 49:10 lo pone de la siguiente manera:

No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos.

Por lo tanto, cuando Mateo nos relata la genealogía de Jesús, no lo hace a través de Rubén, Efraín o Manasés sino a través de Judá. ¡No hay duda de que Dios estaba tratando de enseñarnos algo por medio de todo esto!

FARES Y ZARA

El primogénito de Judá fue Er, pero murió. Su segundo hijo fue Onán quien también murió. Ambos hermanos se habían casado con Tamar. El tercer hijo de Judá se llamó Sela. La ley de aquella tierra indicaba que también Sela debía casarse con Tamar.

Más tarde se asentaría esto en Deuteronomio 25:5-6:

Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel.

Sin embargo Judá se negó, o al menos descuidó, a dar a Sela por esposo a Tamar.

Debido a eso, ella se vistió de ramera, sedujo a Judá y dio a luz gemelos. Sin esforzar nuestra imaginación, ésta era la manera más legal de hacerlo, mas sin embargo, de este modo nace Jesús a través del linaje de Judá.

Nuestro humano juicio nuevamente se escandaliza al ver quién de los gemelos llegó a ser el ancestro de Cristo.

La definición legal de primogenitura se daba al niño que abría primero la matriz. Por consiguiente, cuando Tamar daba a luz, la partera identificó correctamente al primogénito al atarle a su mano un hilo de grana y al decir: Este salió primero. Lo llamaron Zara, que significa amanecer.

No obstante, Zara se regresó, y su hermano menor nació primero. Lo llamaron Fares, que significa brecha.

Cada vez que se da la genealogía de Jesús, se cuenta a través de Fares y no de Zara.

¡Sin duda que Dios estaba tratando de enseñarnos algo mediante esto!

HIJOS DE ABRAHAM

Los judíos podían trazar sus linajes hasta Abraham. Ellos se enorgullecían de anunciar al mundo, tenemos a Abraham por padre. Se adhirieron escrupulosamente al rito de la circuncisión. Su caso legal estaba cerrado herméticamente.

El único problema fue que Dios siempre se ha mantenido alejado del pensamiento humano y de la ley judía.

Es cierto que Dios dio la Ley, pero no debemos olvidar que no fue dada para que el hombre pudiese llevar a Dios ante la corte y demandar sus derechos; fue dada como ayo que nos condujese a Cristo para que pudiésemos ser justificados por la fe.

Es probable que Juan el Bautista haya señalado con su mano hacia territorio gentil cuando declaró,

Y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras (Mateo 3:9).

Después de enfatizar el papel de la Ley al traernos a Cristo por la fe, Pablo prosiguió,

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gálatas 3:26-29).

LA VENTAJA DE LOS NO RELIGIOSOS

Esta enseñanza es tan categóricamente radical que para entenderla uno tiene que nacer de nuevo. Tenemos que convertirnos y ser como niños.

Como dijimos anteriormente, el judío devoto empezaba sus estudios religiosos memorizándose el libro de Levítico. Aún así, Jesús dijo respecto a estos hombres: los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios (Mateo 21:31).

Parece que el ladrón en la cruz tenía mayor discernimiento en cuanto al reino que aun los propios apóstoles de Cristo. Ellos pensaban que Jesús había fracasado y que no habría reino, pero el ladrón vio algo que ellos todavía no habían visto. Por fe dijo, Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino (Lucas 23:42).

Los discípulos huyeron abandonando a Jesús, pero el ladrón escuchó las palabras: De cierto te digo, estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43).

Los que han acumulado lo que se considera un gran acopio de conocimientos, encontrarán difícil acudir a Cristo como un niño.

En realidad, el conocimiento e información en el cerebro de un recién nacido está relacionado con Dios como lo hace lo que había en el cerebro de Albert Einstein. 1 x 0 es exactamente lo mismo que 1,000,000 x 0. Toda la inteligencia humana es, en algún respecto, la misma cuando es comparada con la sabiduría y el conocimiento infinitos de Dios.

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)

AMAN Y MARDOQUEO

Cuán vívidamente recuerdo un incidente que ocurrió hace muchos años. Yo había pronunciado un discurso en una reunión especial y el predicador me había llevado al aeropuerto de donde habría de partir a casa en un avión privado.

La noche estaba avanzada y la pequeña franja de pasto estaba desierta. Me dijo que tuviese cuidado con los venados que pudiesen encontrarse en la pista.

Comprendí, por consiguiente, que él quería platicar, así que nos quedamos sentados en su coche y charlamos. No hay palabras que expresen lo que experimenté aquella noche. Llegué a amar y a apreciar a ese hombre de un modo nuevo y significativo.

El, al igual que Jacob, había luchado con Dios y había vencido. La intensa lucha le había causado una profunda y duradera impresión. Su discernimiento de cosas espirituales era incisivo y profundo.

Finalmente, haciéndome jurar que guardaría yo el secreto, confesó que apenas había terminado un estudio del libro de Ester y concluyó que él era Amán.

Como predicador, había sido tan escrupuloso en cuanto a la pureza doctrinal que jamás había cuestionado su relación con Dios. En consecuencia, había desarrollado actitudes de juzgar a los demás predicadores e iglesias.

Cuando reflexionaba en alguien a quien Dios quisiese honrar, naturalmente concluía que esa persona podría ser él. Daba por sentado que los demás cristianos, como Mardoqueo, serían condenados.

¡Legalmente hablando, Amán tenía un caso tremendo!

Amán había sido engrandecido sobre todos los príncipes que estaban con él (Ester 3:1).

El rey había ordenado que todos sus siervos se inclinasen ante Amán (Ester 3:2).

Mardoqueo había traspasado el mandato del rey (Ester 3:3).

Diariamente se amonestó a Mardoqueo pero sin embargo se negó a obedecer (Ester 3:4).

Fue escrito y sellado con el anillo del rey que los judíos debían ser destruidos (Ester 3:9-12).

La ley de los medo-persas no se podía revocar (Ester 1:19; 8:8; Daniel 6:8, 12, 15).

Además, Amán tenía muchas riquezas e hijos (Ester 5:11).

Amán fue también el único invitado especial a los banquetes del rey y la reina (Ester 5:12).

Cuando el rey preguntó: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Era lógico que Amán concluyese, ¿a quién deseará el rey honrar más que a mí? (Ester 6:6).

¡Amán se equivocó!

Tan astuto, tan rico, tan próspero como era; pero todavía había cosas que no sabía. El rey tenía otras consideraciones de las cuales Amán no estaba enterado.

El amor del rey hacia Ester tenía prioridad incluso sobre la ley de los medo-persas que era irrevocable.

Ester y su pueblo se salvaron y Amán fue colgado en su propia horca.

Indudablemente las Escrituras están tratando de decirnos algo respecto a la naturaleza de Dios.

Ciertamente la Ley fue un ayo para conducirnos a Cristo para que pudiésemos ser justificados por la fe.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Cómo comunican las palabras?

2. ¿Qué fallas y limitaciones en la comunicación pueden resultar de las palabras?

3. Puesto que Jesús fue el autor de la Biblia, ¿por qué no lo reconocieron los estudiosos de ésta?

4. ¿Hay alguna asociación entre la mentalidad de Caín quien mató a su hermano y la mentalidad de los judíos quienes crucificaron a Jesús?

5. Póngase en el lugar de Ismael y diga por qué sería injusto Dios al negociar con usted.

6. ¿Tiene algo que ver con la Ley la elección de Abraham?

7. ¿Qué es más importante, la Ley o la fe?

8. ¿Discernió con precisión el ladrón en la cruz la naturaleza del reino de Cristo? Si fue así, entonces, ¿por qué no lo hicieron los discípulos?

9. ¿Es correcto decir que Dios opera fuera del control de la Ley?

10. ¿Desea Dios que nosotros operemos fuera de la Ley?dio?