EL CORRECTO USO DE LA LEY

Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente... (I Timoteo 1:8).

La iglesia de Efeso experimentó un problema con los doctores de la Ley. Querían enseñar la Ley pero no entendían ni lo que decían ni lo que afirmaban (I Timoteo 1:7).

En una ocasión Jesús dijo que a los maestros se les puede reconocer por sus frutos así como se reconocen los árboles. No se cosechan uvas de los espinos o higos de las zarzas.

¿Qué habían producido en Efeso estos doctores de la Ley? Sólo dificultades y disensión. Era tan seria la situación que Pablo tuvo que dejar a Timoteo allí para que mandase a estos hombres a que dejasen sus enseñanzas y argumentaciones divisorias:

Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios... (I Timoteo 1:3-4).

La historia demuestra que nadie puede ser persuadido a la unidad o a deliberar hacia un acuerdo.

Dios no nos dio las Escrituras para ponerlas en tela de juicio. Nos las dio para enseñarnos a amar. Específicamente se declara esto en I Timoteo 1:5. El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, de buena conciencia y de fe no fingida.

La presencia de la disputa y la contienda en la iglesia era prueba de que algo andaba mal. Los cristianos deben distinguirse por amarse unos a otros (Juan 13:35; I Juan 3:11, 23; 4:7;

II Juan 5). El problema, nuevamente, era que alguien estaba usando equivocadamente la Ley.

La Ley no fue dada a fin de coercionar y controlar a los cristianos. Fue dada como ayo para conducirnos a Cristo para que podamos ser justificados por la fe.

Así que Pablo prosiguió,

Conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina (I Timoteo 1:9-10).

El cristianismo está para manifestar la justicia de Dios sin la ley (Romanos 3:21). El artículo definido el está ausente en el texto griego. Los cristianos están sin Ley; pero también Dios está sin ley. El es bueno, no porque alguien lo obligue a ser así, sino porque así es su naturaleza básica. Los cristianos son buenos por la misma razón. Hemos tenido un cambio en nuestra naturaleza básica. Hemos nacido de nuevo.

Cuando las ovejas oyen la voz del Pastor, y lo siguen, no se necesita controlarlas en corrales.

Aunque el cristiano no está bajo la Ley, todavía hay un uso legítimo de la Ley por él.

SOMBRA DE COSAS VENIDERAS

Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros...(Hebreos 10:1).

La Ley no salvó, no era la imagen misma de las cosas espirituales, sino que sólo proveyó una sombra de los bienes venideros.

Se han escrito libros enteros sobre este tema sin agotarlo. Dios, quien nos dio la Ley, la configuró con muchas facetas de su infinita naturaleza y de realidades espirituales en los cielos. He aquí un breve recuento de sólo unas cuantas.

MOISES FUE UNA SOMBRA DE JESUS

La vida del legislador Moisés prefiguró la vida de Jesús en muchas maneras.

En la infancia, ambos tuvieron amenazadas sus vidas por reyes.

Ambos fueron protegidos providencialmente.

Ambos huyeron a tierra extranjera para escapar.

Ambos fueron libertadores de esclavos.

Ambos fueron legisladores: Moisés nos dio los mandamientos y Jesús la ley del amor.

Ambos fueron intercesores de los escogidos de Dios.

Ambos fueron profetas de quienes se requirió obediencia (Hebreos 5:8, 9; 3:2, 5; 4:15).

Moisés fue el responsable de la construcción de un santuario físico para Dios y Jesús construye el santuario espiritual para Dios (Hebreos 3:3, 6; 8:5; Exodo 25:40).

Al menos hay algunos pensamientos que indican que Moisés fue sombra de bienes venideros.

LA EXPERIENCIA DE ISRAEL FUE SOMBRA DE LA EXPERIENCIA CRISTIANA

I Corintios 10 y otros pasajes consideran la liberación israelita de Egipto y su jornada por el desierto semejantes a la experiencia de los cristianos.

Israel estuvo esclavizado y también los cristianos.

Israel fue puesto a salvo por su experiencia bautismal en la nube y en el Mar Rojo y los cristianos han sido separados de su antigua vida de esclavitud (Hebreos 11:29) por el bautismo en Cristo (Gálatas 3:27; Colosenses 2:11-15; Romanos 6).

Israel fue milagrosamente sustentado con pan y agua y el cristiano depende de Jesús en cuanto a sustento.

Ellos fueron extranjeros y peregrinos yendo a Canaán y nosotros también somos extranjeros y peregrinos en busca de una patria mejor (Colosenses 3:20; Hebreos 11:9-10, 13-16, 24-26; 13:14; I Pedro 2:11).

Muchos israelitas cayeron en tentación en el desierto y no lograron llegar a Canaán, y muchos cristianos también se apartan del Dios vivo (Hebreos 3:7 - 4:7).

Antes de que entrasen a Canaán tuvieron que cruzar las agitadas aguas del Jordán, y antes de que nosotros podamos entrar al Cielo tenemos que experimentar la muerte (Hebreos 9:27).

Hubo un descanso prometido a Israel y también lo hay para los cristianos. En cierto modo, nosotros no tenemos que morir para entrar al descanso, sino que es en Cristo que entramos a una nueva dimensión de poder y de victoria que también es semejante a Canaán (Hebreos 4:8-11).

Estas y otras consideraciones indican que Israel, durante el período de la Ley, fue sombra de un bien venidero.

EL TABERNACULO FUE SOMBRA DE LAS COSAS CELESTIALES

Cuando Moisés supervisó la construcción del tabernáculo lo hizo teniendo ante él un anteproyecto divino. Se le había dado en el monte el modelo del tabernáculo (Hebreos 8:5). Este no se parecía en nada a cosas sobre la tierra pues fue un modelo de cosas celestiales (Hebreos 9:23).

Considere estas cuantas observaciones:

El tabernáculo era un santuario o morada de Dios, como la iglesia lo es ahora Cuerpo de Cristo y morada de su Espíritu.

Los que construyeron el tabernáculo fueron escogidos por Dios y fueron llenos con su Espíritu para hacer el trabajo al igual que fueron seleccionados por Dios y llenos de su Espíritu los apóstoles y los profetas de los tiempos novotestamentarios (Exodo 31:1-11; 35:30 - 36:2; Juan 15:16; Marcos 3:13-16; Lucas 24:44-49).

El altar de los holocaustos estaba en el atrio. El fuego inicial en este altar fue encendido por Jehová (Levítico 6:13; 9:24). También nosotros como cristianos tenemos un altar donde se obtiene perpetua expiación y este altar es Cristo (Hebreos 13:10-12). Antes de entrar al lugar santo, todo sacerdote tenía que lavarse en la fuente de bronce (Exodo 30:17-21). Las Escrituras enseñan que cada creyente es bautizado en Cristo (Gálatas 3:27) y que por un mismo espíritu (enseñanza) fuimos todos bautizados (agua) en un cuerpo (iglesia) (I Corintios 12:13). El Señor añade a su iglesia los que han de ser salvos, es decir, los que reciben su palabra y son bautizados (Hechos 2:37-47).

En el lugar santo estaba la mesa de los panes de la proposición los cuales eran cambiados cada semana (Levítico 24:5-9) y en la iglesia, es la Cena del Señor, la cual se come semanalmente en las reuniones (Hechos 2:42; 20:7).

En el lugar santo también estaba el candelero de seis brazos y una caña central (Exodo 25:31-39) que ardía continuamente. Era la única luz en el lugar santo. Hoy día es la Palabra de Dios la lámpara a nuestros pies y la lumbrera a nuestro camino. Provee dirección continua.

También estaba en el lugar santo el altar del incienso (Exodo 30:1-10; 37:25-28). Cada mañana y tarde se quemaba en él el incienso de olor grato, con fuego del altar de bronce. La agradable fragancia llenaba ese lugar y penetraba al lugar santísimo. En Apocalipsis 5:8 se dice que las copas de oro llenas de incienso son las oraciones de los santos.

El velo que separaba el lugar santísimo se rasgó en dos, de arriba abajo, cuando Jesús murió (Mateo 27:51). Esto nos enseña del camino nuevo y vivo por el cual entramos a la presencia de Dios (Hebreos 10:19-20)

El arca del pacto contenía la Ley de Dios (Hebreos 9:3-4), y hoy día está escrita en el corazón de todo creyente (Hebreos 8:10-12; II Corintios 3:3).

Sobre el arca estaba la tabla de oro llamada propiciatorio que no permitía que los querubines viesen la Ley (Exodo 25:17-22; Hebreos 9:5). Cristo es nuestra cubierta, envoltura o propiciación que impide que el mundo de los espíritus vea nuestros pecados.

Estas son sólo algunas consideraciones que nos ayudan a comprender que la Ley sólo era sombra de los bienes venideros.

LAS SANTAS CONVOCACIONES ERAN SOMBRA DE BIENES VENIDEROS

(LEVITICO 23).

El día de reposo nos enseña respecto a nuestro descanso en Cristo.

El Año del Jubileo nos ejemplifica en cuanto a las alegrías de la gracia y el perdón.

La Pascua nos enseña acerca de las posibilidades del rescate de la muerte.

La Ley fue dada el día del pentecostés y fue precisamente en este día cuando se estableció la iglesia.

La fiesta de las trompetas empezaba en el mes séptimo o sabático. Diez días más tarde fue el día de la redención. El evangelio es la trompeta de Dios mediante el cual convocamos a la gente para que sea redimida.

El día de la expiación era el día en que el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo para obtener perdón por el pueblo (Levítico 16). El Año del Jubileo empezaba en este día. En la actualidad tenemos un jubileo perpetuo porque Cristo ministra continuamente a favor nuestro en la presencia de Dios.

Se podrían escribir muchos libros sobre estas fiestas y los muchos aspectos de las verdades espirituales que ellas prefiguran. Basta decir que fueron parte integral de la adoración durante el período de la Ley y que eran sombra de los bienes venideros.

Podríamos continuar hablando sobre la fiesta de la dedicación, la de purim, las ciudades de refugio, los diferentes tipos de ofrendas y sacrificios que la Ley requirió. Cada una de estas era sombra de algún bien que, interpretadas correctamente, debían conducirnos a Jesús para que podamos ser justificados por la fe.

NINGUNA ENFERMEDAD

El Dr. S. I. McMillen en su excelente libro, Ninguna de estas enfermedades, ofrece un hermoso comentario sobre Exodo 15:26. Dios prometió a su pueblo que si obedecía sus mandamientos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti....

Entonces McMillen procede a demostrar que la Biblia presenta reglas de salud que la ciencia moderna descubre 4,000 años más tarde. Muchas de estas prohibiciones, restricciones e instrucciones se encuentran en los libros de la Ley.

Tal enseñanza sobre moralidad y salud ciertamente nos provee de otro aspecto respecto al correcto uso de la Ley. No obstante, estas instrucciones sólo se realizarán completamente cuando la Ley nos conduzca a Jesús para que podamos ser justificados por la fe.

Es importante recordar que la Ley sólo fue sombra y no la realidad. ¡Mi sombra es mi sombra, no yo, y la sombra de usted es su sombra, no usted! ¿Sí o no?

La Ley no era Dios...tampoco la realidad...sino sólo una sombra.

¿ES BUENA O MALA NOTICIA LA LEY?

Las Escrituras contienen muchas declaraciones sobre la Ley que parecen contradecirse.

En Mateo 5:17 Jesús dijo que él no vino para abrogar la Ley sino para cumplirla. En Colosenses 2:14, las Escrituras enseñan que Jesús quitó la Ley de en medio clavándola en la cruz.

En Romanos 7:12 encontramos que la Ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. En Gálatas 3:13, la Ley se denomina una maldición y se nos dice que Cristo nos redimió de la maldición de la Ley.

En Romanos 7:14 encontramos que la Ley es espiritual; pero en Hebreos 7:16 a los mandamientos de la Ley se les llama carnales (Versión Reina-Valera, 1909) -Vea también Hebreos 9:10-.

Pablo dijo: porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios (Romanos 7:22), y en Efesios 2:15 se refirió a la Ley de los mandamientos como las enemistades.

Estas y otras escrituras similares pueden resolverse muy fácilmente cuando reconocemos el verdadero propósito por el cual fue dada la Ley.

La Ley nunca fue dada para salvar, sino para señalar el pecado (Romanos 7:7) y la incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo. La Ley nos fue dada como ayo para conducirnos a Cristo para que pudiésemos ser justificados por la fe (Gálatas 3:19-24).

EL AYO

La palabra española ayo viene de la palabra griega paidagogos que se encuentra sólo tres veces en el Nuevo Testamento.

Aparece en I Corintios 4:15:

Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.

Las otras dos veces se encuentra en Gálatas 3:24-25:

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.

El paidagogos no era el instructor del niño sino un esclavo que ejercía la supervisión general sobre él. Thayer indica que hasta no alcanzar la mayoría de edad con tal mayoral, al niño no se le dejaba salir de su casa sin vigilancia.

La severidad de estos esclavos se ve en la terminología relacionada con tal situación. En Gálatas 3:23 se la denomina como estar encerrados o confinados, una situación que equivalía a estar en la cárcel, aprisionados o recluidos.

Había algunas cosas buenas en cuanto a la Ley, especialmente si una persona la usaba correctamente; pero el cuadro general de ella era la de una esclavitud severa que precedía a la clase de madurez que florecía en la libertad y la confianza.

Cristo es nuestro maestro y la Ley fue nuestro ayo para conducirnos hacia él. La fuerza de la Ley radica en el hacer. El énfasis de la fe es totalmente diferente. La intensidad de la fe es lo que nos transporta de lo finito y lo físico a la morada de Dios.

En conclusión, debemos afirmar categóricamente que hay un uso correcto de la Ley. Esta nos fue dada por Dios y se puede confiar que él tiene una buena razón de haberlo hecho así. Jesús vino a cumplir la Ley (Mateo 5:17) y hombres como Pablo declararon expresamente que creían todas las cosas escritas en la Ley (Hechos 24:14). Cuando Pablo predicaba a Jesús, lo hacía echando mano tanto de la Ley de Moisés como de los profetas (Hechos 28:23).

Le sugerimos que analice, sin embargo, que el uso correcto de la Ley implica ponerla en su perspectiva apropiada en el plan general de Dios a fin de que llegase a ser un ayo para conducirnos hacia Cristo para que pudiésemos ser justificados por la fe.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿En qué forma es el amor el último de los mandamientos (I Timoteo 1:5)?

2. ¿En qué forma habían pervertido la Ley los efesios? (Vea I Timoteo 1).

3. Mencione algunas importantes enseñanzas que nos muestra la Ley.

4. Si la Ley es buena, ¿por qué la señaló Pablo como una condenación (Gálatas 3:13)?

5. Si la Ley es una condenación, ¿por qué es que Pablo la llamó buena (Romanos 7:12)?

6. ¿En qué forma es la Ley de Jehová perfecta, que convierte el alma (Salmos 19:7)?

7. ¿Estuvieron en mejor condición los hebreos con la Ley o sin ella (Romanos 3:1-2)?

8. Defina la palabra ayo.

9. ¿Qué tipo de gente necesita estar confinada?

10. ¿Qué le pasa a un criminal cuando nace de nuevo?