UN SACERDOTE MISERICORDIOSO

Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo (Hebreos 2:17).

Ultimamente he preguntado a la gente qué piensa cuando escucha la palabra sacerdote. En la actualidad, la gente invariablemente piensa inmediatamente en un sacerdote católico.

Aunque la gente pueda tener fuertes prejuicios en contra de la Iglesia católica romana, generalmente considera que sus sacerdotes son individuos buenos, corteses y comprensivos. En lo más mínimo se dificulta entender a un sacerdote misericordioso.

La situación fue sumamente distinta durante la Ley. Bajo ésta, la primordial función del sacerdote era matar.

El adorador debía traerle al sacerdote un sacrificio para que éste lo inmolase. Entonces el sacerdote tomaría un cuchillo y degollaría la víctima. Estamos conscientes que no toda víctima era fácil de matar y que los animales grandes tales como las terneras y los toros podían propiciar momentos de verdadera agitación.

Una vez muerta la víctima, el sacerdote tomaba la sangre para rociarla en los lugares indicados. Luego, a él le concernía disponer de la res muerta.

Toda la grosura, la que cubre los intestinos y la que está sobre las entrañas; los dos riñones, la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares y la grosura de sobre el hígado, se consumía en el altar del holocausto (Levítico 4:8-10). Parte de la carne que quedaba era para el sacerdote, y el resto, tanto de la carne como de la res, sería el sacerdote quien se deshacería de ella.

En ocasiones especiales se sacrificaban muchos animales. Por ejemplo, Salomón ofreció a Jehová 22,000 bueyes y 120,000 ovejas (I Reyes 8:63).

De veras, no es exageración afirmar que literalmente millones de inocentes víctimas fueron arrastradas ante el sacerdote durante el período de la Ley para ser muertas.

Tampoco es erróneo dar por sentado que la gente en aquellos días llegó a estar tan apegada a sus animales como lo hacemos nosotros en la actualidad. Cuán vívidamente recuerdo el dolor de mi abuelo cuando tuvo que vender su tiro (yunta) de caballos, y las lágrimas de mis hijos cuando su perrito fue atropellado por un auto.

¿No puede usted imaginar como podía fácilmente temerle la gente al sacerdote? Cuando se acercaba la pascua y usted hubiese de llevar a Jerusalén su precioso cordero al sacerdote, creaba una muy diferente sensación que la que le causa el visitar a un sacerdote en la actualidad.

LOS HIJOS DE LEVI

Los levitas fueron la tribu sacerdotal durante la Ley. Leví reveló algo de su malvada naturaleza cuando se vengó de la familia de Siquem.

Usted recordará que Siquem era el príncipe heveo que se enamoró locamente de Dina, la hermana de Leví, y la mancilló.

Cuando él la pidió en casamiento, los hijos de Jacob se negaban a darla a menos que los hevitas se sometiesen al rito de la circuncisión. Estos consintieron.

Sin embargo, al tercer día de la operación, cuando los hombres sentían el mayor dolor y no podían defenderse, Simeón y Leví vinieron contra la ciudad y mataron a todo varón, saquearon la ciudad y hasta se llevaron cautivos a todos sus niños y mujeres (Génesis 34).

También debe notarse que la gente que se prostituyó en una vergonzosa orgía, cuando fue dada la ley, fue ejecutada y fueron los levitas los que los mataron.

Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres (Exodo 32:26-28).

La simple idea de hombres matando cada uno a su hermano...su amigo...y a su pariente casi sobrecoge literalmente la mente. No importa qué tan ofensivo pueda ser para el hombre moderno, se necesita entender que de esta clase de personas se componían los sacerdotes durante el período de la Ley. No estoy seguro cómo lo perciba usted, pero me parece que Leví era de una naturaleza rencorosa y vengativa.

MELQUISEDEC

Siglos antes de que se diese la Ley, hubo un sacerdote en Jerusalén con el nombre de Melquisedec.

No tenemos antecedente de sus ancestros y ni idea de lo que llegó a ser de él. En consecuencia, se dice de él en las Escrituras que era sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida...(Hebreos 7:3).

Hasta donde nosotros sabemos, no hubo sangre en las manos de Melquisedec. No tenemos informe de que alguna vez haya efectuado sacrificios animales.

Más significativo, sin embargo, es el hecho de que Abraham le haya dado los diezmos a Melquisedec. En vista de que Abraham fuese el progenitor de los hebreos, es obvio que Melquisedec tuvo precedencia sobre el sacerdocio hebreo.

Si Jesús hubiese sido de la tribu de Leví y si hubiese sido sacerdote según la Ley, tendríamos buena razón para tenerle miedo.

Mas el sacerdocio de Jesús trasciende a todo el concepto de la Ley. Jesús es sacerdote según el orden de Melquisedec (Hebreos 7:17). Esto está declarado en el Salmo 110 y se repite en Hebreos 5, 6 y 7.

Con respecto a la Ley, las Escrituras explícitamente enseñan:

Si, pues, la perfección fuese por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Porque cambiando el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio (Hebreos 7:11-14).

MISERICORDIA CONTRA SACRIFICIO

Para que entendamos correctamente las Escrituras, es importante ver el plan total de Dios. Los mandamientos que él dio no son un fin en sí mismos, sino un medio para llegar al fin.

Cuando usted ordena a sus hijos que se paren en el rincón, con la cara hacia la pared, tiene en mente una meta que va más allá de esa circunstancia inmediata. La orden que da no es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar al fin, al igual que los mandamientos de Dios.

Durante el período de la Ley la gente estaba tan obsesionada con su propia salvación que perdieron de vista el ministrar a los demás.

Cuando traigo mi sacrificio al altar, mi mayor preocupación se centra en mi propia relación con Dios. Cuando hago misericordia, mi mayor énfasis se centra en los demás.

¿Qué es lo que Dios quiere ahora? ¿Sacrificio o misericordia?

Al respecto, las Escrituras son claras como el cristal:

Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos (Oseas 6:6-11; Mateo 9:13; 12:7).

Este es uno de los pasajes citados por Jesús para explicar su conducta. Dios nos dio la Ley y ésta demanda ciertos sacrificios, pero ni la Ley ni los sacrificios que ella demandaba eran un fin en sí mismos sino que sólo fueron medios para alcanzar el fin.

La Ley fue un ayo para traernos hacia Cristo para que pudiésemos ser justificados por la fe.

EL DIA DE LA EXPIACION

Poca duda hay que la principal función del sacerdote bajo la Ley de Moisés se daba el día de la expiación. Era en este día cuando el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo con sangre por los errores del pueblo y los de él (Levítico 16).

Las responsabilidades del sumo sacerdote, señaladas en Levítico 16 para este día santo, son como sigue:

Se bañaba.

Se vestía con ropas santas de lino (Exodo 28; 39; Levítico 6:10; 8; 16:32).

Ofrecía o presentaba a la puerta del tabernáculo un becerro en ofrenda por sí y por su casa (Levítico 16:6, 11).

Presentaba en el mismo lugar dos machos cabríos como ofrenda por los pecados de la congregación (Levítico 9; 16:7).

Echaba suertes sobre los dos machos cabríos para que uno fuese sacrificado para Jehová y el otro se enviase vivo a Azazel al desierto (Levítico 16:8-10, 20-22).

Sacrificaba el becerro.

Después, pasando por el lugar santo, entraba al lugar santísimo con un incensario y perfume aromático molido y la nube del humo cubría el propiciatorio (Levítico 16:12-13).

Retornaba por la sangre del becerro y nuevamente entraba tras el velo para rociarla hacia el propiciatorio siete veces (Levítico 16:14).

Regresaba para degollar el macho cabrío sobre el cual había caído la suerte por Jehová (Levítico 16:9, 15).

Por tercera vez regresaba al lugar santísimo y hacía lo mismo con la sangre del macho cabrío como lo había hecho con la sangre del becerro (Levítico 16:16-20).

Purificaba la parte de afuera del tabernáculo de reunión mediante el rociamiento de sangre y también ponía sangre sobre los cuernos del altar del incienso (Exodo 30:10, Levítico 16:16-20).

Después salía al altar que está delante de Jehová y lo expiaba con la sangre del becerro y la del macho cabrío poniéndola sobre los cuernos del altar, y esparcía sangre sobre éste siete veces (Levítico 16:18-19).

Ofrecía a Dios el macho cabrío que quedaba, ponía sus dos manos sobre él y confesaba sobre él todos los pecados de su gente (Levítico 16:10, 20-22).

Luego enviaba el macho cabrío al desierto por mano de un hombre destinado para esto. El macho cabrío se dejaba libre en el desierto (Levítico 16:21-22).

Nuevamente se bañaba en el santuario, dejaba allí sus ropas de lino y se vestía con las ropas comunes de sumo sacerdote (Levítico 16:24).

Luego sacrificaba dos carneros en holocausto por él y por el pueblo (Levítico 16:24).

Quemaba en el altar la grosura de la ofrenda por el pecado (Levítico 16:25).

Se aseguraba de que los restos de la ofrenda por el pecado se quemasen fuera del campamento (Levítico 16:27-28).

Es obvio que el sumo sacerdote tenía un día muy atareado. Se hizo necesario que los preparativos para este día santo iniciasen con siete días de anticipación para que todo se hiciese correctamente. Más tarde, se requirió que el sumo sacerdote ensayase toda una semana bajo la vigilancia de los ancianos y, durante la noche anterior, no se le permitía dormir.

Porque, si acaso hubo una fecha en la que los judíos pudiesen sentirse en paz con Dios, era precisamente el día de la expiación. Fue en este día cuando su sumo sacerdote se encontraba ministrando en la presencia de Dios a favor de ellos.

El problema era que, la garantía de esta promesa, solamente dependía de un sólo día. Su sumo sacerdote era un humano que estaba sujeto a muerte aun durante el instante en que se encontraba ministrando delante de Dios (Levítico 16:2).

Al comparar esto con el Sumo Sacerdocio de Jesucristo, podemos decir que, casi no hay comparación.

El libro de Hebreos lo pone de la siguiente manera:

Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; más este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre (Hebreos 7:23-28).

TENTADO EN TODO SEGUN NUESTRA SEMEJANZA

Pienso que todos nosotros nos sentimos apenados por las situaciones raras. Tenemos situaciones extravagantes que nos provocan pensamientos profanos que no los confesaríamos ni siquiera a nuestros amigos más íntimos.

Qué gran alivio es el saber que Jesús sí nos comprende. De veras que sí tuvo la misma clase de tentación.

El fue tentado EN TODO según nuestra semejanza.

Las Escrituras lo ponen de la siguiente forma:

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Hebreos 4:15).

El siguiente versículo nos alienta...

ACERQUEMONOS, PUES, CONFIADAMENTE AL TRONO DE LA GRACIA, PARA ALCANZAR MISERICORDIA Y HALLAR GRACIA PARA EL OPORTUNO SOCORRO (Hebreos 4:16).

¡Jesús sí nos comprende! La única sangre en sus manos fue la suya propia.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:4-6).

El sacerdocio de Aarón lamentablemente fue imperfecto. Nunca fue planeado por Dios para que fuese el adecuado. Su propósito fue para que sirviese de ayo para conducirnos al sacerdocio de Jesucristo para que pudiésemos ser justificados por la fe.

El Año del Jubileo comenzaba con el día de expiación. Debido a que tenemos el ministerio eterno de un eternal y misericordioso sacerdote como Jesús, podemos regocijarnos por siempre con un gozo indecible y lleno de gloria...y, es la Ley la que nos conduce a Cristo para que podamos ser justificados por la fe.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

1. ¿Por qué debería excluírsele a un carnicero profesional de las labores de un jurado?

2. ¿Por qué podría la misericordia estorbarle en su trabajo a un sacerdote hebreo?

3. ¿Podría usted tener que llegar a matar a su pariente, hermano o amigo (Exodo 32:26-28)?

4. ¿Por qué asoció Jacob a Simeón y Leví con armas de iniquidad (Génesis 49:5)?

5. ¿Cómo demostró Dios la superioridad del Sacerdocio de Melquisedec (Hebreos 7)?

6. ¿Por qué permitió Dios que terminase el sacerdocio de los levitas?

7. ¿Fue tentado Jesús literalmente en todo como lo somos nosotros (Hebreos 4:15)?

8. El sacerdocio de la Ley fue de aproximadamente 1,500 años. ¿Qué proporción es esto de toda la historia de la humanidad?

9. ¿Cómo es que el sacerdocio de Melquisedec representa mejor que el sacerdocio levítico al trabajo de Cristo?

10. ¿Necesitamos venir con temor ante Cristo?