Lección ocho
Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo (Tito 3:10).
Hace algún tiempo un boxeador muy bien vestido y ya ganador de algunos títulos entró a un elegante hotel. Al dirigirse al restaurante quedó petrificado al ver allí a un hippie que estaba disfrutando del establecimiento. Esta persona estaba, como es costumbre de ellos, toda desaliñada, desgreñada y sucia. Le provocó náusea al verlo tendido en el asiento y con un pie llagado que se dejaba ver a través de su bota. Mientras tanto, el boxeador se puso iracundo. De alguna forma pudo controlarse, pero más tarde me confió que sintió el deseo de propinarle unos cuantos golpes a ese hippie sólo para mostrarle cómo se debía comportar en un restaurante.
Es fácil imaginar que el gerente del restaurante estaba contento de que tal lección de etiqueta no se haya llevado a cabo. Tal vez a los que se encontraban allí no se les ocurrió enseñar formas de comportamiento de esa manera tan directa. No asociamos a un peleador con la enseñanza de buenos modales, sin mencionar la dignidad y el decoro en un restaurante afelpado. Reflexionando un poco concluiríamos que, aunque la provocación era injustificada y extrema, la prescripción propuesta habría sido más grotesca y hubiese causado más problemas que ese problema en sí.
El raro humor de este incidente es análogo a muchas situaciones que enfrentamos en el marco del cristianismo moderno. En muchas ocasiones queremos resolver nuestros problemas "golpeando" a los que no se comportan como "cristianos". Para cuando les enseñamos "cómo deben comportarse", ya hemos mostrado nuestra carnalidad y ya hemos sembrado la discordia. Casi toda comunidad está plagada de pelotones que se autodenominan vigilantes, quienes "protestando" ser fieles a la verdad, "linchan" a los herejes; y quienes dicen "preservar la paz", le dan cachetadas verbales a los que "causan problemas". Tal vez ya sea tiempo de que retiremos los escombros del naufragio y los restos que la "patrulla de la paz" ha creado y nos entrevistemos con Pablo.
Las instrucciones divinas acerca de rechazar a los herejes se encuentran en Tito. Quizá un poco de información en cuanto a la vida de este joven evangelista nos ayude a entender sus instrucciones. Hubo un tiempo que yo pensaba que para "rechazar a los herejes" se necesitaba tener un carácter estricto y agresivo. Sentía que para ser leal se debía ser de mal genio y viceversa. Ahora no estoy tan seguro. La carta a Tito se escribió como por el año 65 d. de C. Tito ya era un veterano en la causa de Cristo. Su experiencia se relacionaba con la búsqueda de la unidad cristiana. Debutó en el concilio de Jerusalén en los debates sobre la circuncisión. Parece que no ha habido en la historia del cristianismo un asunto que se haya discutido o contendido con más vigor, o que se haya debatido más acaloradamente o de tanta importancia que el problema de intentar imponer a los cristianos gentiles el rito de la circuncisión.
En esta coyuntura, todos los del concilio se fijaron en Tito que sobresalía como ejemplo de un convertido griego. El hecho de que a Tito no se le haya circuncidado se usó para señalar que no tenía por qué circuncidarse a los demás. La disensión la agravaron los falsos hermanos que se introdujeron cautelosamente en la iglesia como espías para destruir la libertad cristiana. Tito no podía cederles el lugar a estos falsos hermanos pero tampoco podía sujetarlos haciendo uso del mal. Sus únicas armas debían caracterizarse por el bien y la verdad. Quizá nunca comprendamos totalmente el impacto de esta controversia, pero sí podemos darnos cuenta que Tito desarrollaba un temperamento que se forjaba en el horno de la tribulación. En forma difícil aprendía que el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido... (II Timoteo 2:24-26).
Más tarde encontramos a Tito en Corinto abordando los difíciles y delicados problemas de una iglesia dividida (II Corintios 12:18). En II Corintios 12:20 se mencionan algunos problemas serios que él encontró allí. Una congregación caracterizada por "contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias y desórdenes" presenta un tremendo atolladero de problemas. La actitud y la estrategia de Pablo se aprecia en su primera carta.
Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos (I Corintios 4:11-13).
El hecho de que Tito fuese enviado como representante personal de Pablo para resolver los problemas en Corinto nos indica que él sabía, al igual que Pablo, cómo tratar con los buscapleitos (II Corintios 12:18).
Con lo dicho antes en cuanto a Tito, enfoquemos la particular situación que él encontró en Creta. Creta es una extensa isla situada entre Siria y Malta en el Mediterráneo. Tiene como 267.5 kms. de largo por 57 kms. en su parte más ancha. Esta isla estuvo habitada por diversas razas en tiempos antiguos y se ha caracterizado por sus múltiples problemas y combates internos entre las diferentes tribus que la pueblan.
Es seguro que el cristianismo haya llegado a Creta por los cretenses presentes el día de pentecostés (Hechos 2:11). Tito llegó allá treinta años más tarde para corregir lo deficiente, y establecer ancianos en cada ciudad (Tito 1:5). No es difícil imaginarnos una gran ignorancia y fuertes tradiciones en la gente que había permanecido por tres décadas sin ancianos que pastoreasen el rebaño y, muy probable, con muy poca instrucción en la Palabra.
Tales problemas fueron originados por los falsos maestros que trastornaron casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene (Tito 1:11). Estos engañadores eran predominantemente de "los de la circuncisión". Tal vez hayan sido algunos de los "falsos hermanos" que Tito conoció en Jerusalén. De todos modos, Tito estaba bien capacitado para exhortar, hacerlos reconocer sus errores y reprender severamente a estos buscadores de ganancias, según fuese necesario. El debía ser ejemplo tanto en conducta como en enseñanza de cómo se debía conducir la gente en la casa de Dios.
Los cretenses no necesariamente eran una audiencia encantadora y cortés. Uno se sus propios poetas ya los había calificado de mentirosos, malas bestias y glotones ociosos. Estas afrentosas características ya presentaban un cuadro alarmante. Si se comienza con una nación caracterizada por las rivalidades y luego se agita con una buena cantidad de falsas enseñanzas y se deja hervir a fuego lento sin ninguna supervisión por treinta años, acrecenta así mucho más sus problemas. Pero añadiéndole mentirosos, glotones ociosos y el temperamento de malas bestias, se tendría algo que en lengua vernácula de los jóvenes sería "otra onda".
Es bueno preguntar qué haría Jesús en tal situación tan miserable. Isaías señaló el ministerio de nuestro Salvador así: No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare... (Isaías 42:3). La gente descuidada e indiferente quebrarían y abandonarían la caña que está para romperse, pero Jesús no lo haría. Los vulgares apagarían el ardiente pábilo dejándolo humeante, pero Jesús no. El ministerio de Jesús fue unir, curar a los heridos y restaurar las vidas destruidas que otros buscaban destruir. Trajo luz y esperanza al rescoldo humeante de una fe agonizante. No vino a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento (Lucas 5:32).
Los sanos no necesitaban médico. Habría sido muy fácil que Tito hubiese sacudido el polvo de sus sandalias e ido a buscar mejores pastos. Pudo haber "golpeado" a los herejes y haberse lavado las manos, pero los verdaderos seguidores de Dios no se comportan como asalariados. Tito no podía abandonar el rebaño del Señor dejándolo en manos de lobos rapaces. El buen pastor debe estar dispuesto a dar su vida por las ovejas. Como la nodriza que cuida a un bebé, Tito debía preocuparse y ser amoroso. Los ríos culebrean porque toman su cauce por lo más fácil, e igualmente Tito pudo haberse desviado, pero no lo hizo.
Pero nuevamente centrémonos y pensemos ahora en la palabra traducida "desechar". En su Word Studies, W. E. Vine enlista cuatro palabras que se traducen "desechar". Cada palabra tiene sentido propio y es explícita. Una es la palabra griega ekptuo que literalmente significa "escupir". Su pronunciación misma suena como lo que es. Si yo estuviese adivinando, habría imaginado que esto era lo que Dios quería que Tito hiciese con los herejes -arrojarlos.
Sin embargo, la palabra dirigida por el Espíritu Santo a Tito es increíblemente suave. Es la palabra paraiteomai que significa "suplicar" o "excusarse". Es la misma palabra usada en Lucas 14:18-19 en cuanto a la gran cena a la que no acudieron los invitados. Y todos a una comenzaron a "excusarse". Thayer afirma que esta palabra básicamente significa "pedir que se le acompañe" y enlista sinónimos tales como "suplicar, pedir perdón, evitar, esquivar, huir de, etc.".
He aquí la forma cómo Dios manejó las situaciones facciosas. Lo primero es evitar hacer preguntas tontas y cualquier cosa que dé rienda suelta a la rivalidad; pero si alguien insiste en querer dividir a la hermandad, debe amonestársele la segunda vez y entonces debe ser evitado o rehuírsele. Si le siguen los pasos a usted, debe cortésmente "suplicar" y "pedir" que se aparten. La nueva versión internacional de la Biblia lo pone de la siguiente forma:
En cambio, evita el tomar parte en necias controversias, en genealogías, discusiones y altercados sobre puntos de la Ley, porque son cosas inútiles y vanas. Al que vaya causando divisiones, amonéstale una vez y, si es preciso, una segunda vez. Si no se enmienda, evita su compañía; puedes estar seguro de que tal individuo se ha extraviado y va por el camino del pecado. El mismo se condena (Tito 3:9-11).
Cuán sabia y práctica es esta prevención del Espíritu y qué hermoso el restringente poder del amor. Cuando llegamos a ser "hijos de Dios" también nos volvemos "pacificadores". Sepultamos nuestro orgullo y nuestro deseo de venganza en la tumba bautismal. La mirada del mundo se dirige hacia nosotros con admiración porque nos amamos unos a otros. Hasta oramos por nuestros enemigos y con gusto les damos nuestra capa y les ayudamos a llevar la carga dos millas. Ya se nos ha quitado el deseo de arrastrarnos con los enemigos de la paz y la tranquilidad. Hablamos con los facciosos o divisionistas una o dos veces y si no hacen caso, los dejamos en las manos de Jesús. Si todos los hermanos nos comportásemos igual, los peligros que asechan a la comunidad cristiana disminuirían. En ocasiones, un solo partidista es una gran amenaza.
La herejía es un interesante medio por el cual se hacen manifiestos los que son aprobados (I Corintios 11:19). Les agradan las herejías a los hombres que no tienen el Espíritu (Judas 19). Los divisionistas separan lo carnal del cuerpo de Cristo casi de la misma forma que los furúnculos o granos expulsan el veneno que hay en un ser humano. Los que no son aprobados escogen el cisma al igual que los zopilotes se juntan alrededor de un cuerpo en descomposición.
Mientras tanto, los aprobados sólo se aferran a Jesús y así es como se dan a conocer. Después de que han sido censurados los divisionistas, cortésmente deben ser entregados a Dios que es totalmente capaz de librar a los fieles de la tentación y de preservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio. No nos atrevamos a castigar personalmente a los pecadores porque mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor (Romanos 12:19).
Por ejemplo, el arcángel Miguel no se atrevió a proferir juicio de maldición contra Satanás, sino que dijo: El Señor te reprenda (Judas 9). ¿Cómo arriesgarnos a hablarle tan fuertemente a alguien por quien Cristo murió? Nuevamente considere las siguientes inspiradas palabras a Timoteo:
Rehúye el meterte en discusiones necias y estúpidas, pues ya sabes que no producen sino altercados; y el servidor de Dios no debe altercar, sino, más bien, ser amable con todos, apto para enseñar y sin propensión al resentimiento. A quienes le contradigan, debe instruirles con dulzura, a la espera de que Dios les conceda un cambio de mentalidad que les conduzca al reconocimiento de la verdad (II Timoteo 2:23-25, Nueva versión internacional).
Pablo -el pacificador.
Pablo dijo: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo (I Corintios 11:1).
En Damasco
...los judíos resolvieron en consejo matarle (Hechos 9:23).
En Jerusalén
...y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero estos procuraban matarle (Hechos 9:29).
En Antioquía
Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites (Hechos 13:50).
En Iconio
Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina (Hechos 14:2-6).
En Listra
Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto (Hechos 14:19).
En Tesalónica
Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo (Hechos 17:5).
En Berea
Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá, y también alborotaron a las multitudes (Hechos 17:13).
En Corinto
...los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal (Hechos 18:12).
En el templo
Y procurando ellos matarle... (Hechos 21:31).
En Cesarea
Y los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaron, pidiendo contra él, como gracia, que le hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una celada para matarle en el camino (Hechos 25:2-3).
De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno (II Corintios 11:24).
¿Cómo respondió Pablo? ¿Cómo lo motivó a actuar el Espíritu de Jesús? ¿Está usted listo?
Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas (Romanos 9:1-4).
¡No hay argumento válido contra el amor! Aunque Pablo se encontraba libre en un sentido, al igual que Cristo, en otro sentido se hizo esclavo de todos. Se hizo judío para los judíos, fue griego para los griegos, se hizo débil a los débiles. Se hizo de todo para salvar a algunos (vea I Corintios 9:19-27). Entregó su vida a Jesús que había derrumbado las barreras que separaban a la humanidad ...haciendo la paz (Efesios 2:13-15).
Sin embargo, no debemos olvidar que Pablo había perseguido a los cristianos. Su equivocado celo por el Señor lo hizo encarcelar a los seguidores de Jesús obligándolos a blasfemar. El hecho de que un Saulo de Tarso pudo ser transformado a un apóstol Pablo se usa para debatir que casi todo legalista puede ser salvo.
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna (I Timoteo 1:12-16).
Gracias Cristo por darnos la historia de la conversión de Saulo para que nos sirva de modelo de tu sufrimiento. Pablo escribió: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo (I Corintios 11:1).
Preguntas para reflexionar-Lección ocho.
1. ¿Qué es un hereje?
2. Describa cómo imagina usted a los herejes de Creta.
3. ¿Tenemos esa clase de "herejes" en la actualidad?
4. ¿Qué aplicación tiene Tito 3:10 en nuestros días?
5. ¿Puede acordarse usted de alguna situación donde la paciencia y el amor habrían evitado una división entre cristianos?
6. ¿Por qué odiaban los judíos a Pablo?
7. ¿En qué forma es Pablo un ejemplo de ánimo?