Lección once
Señor, te recibí como mi salvador.
Señor, te confesé delante de los hombres.
Señor, fui sepultado contigo en el bautismo cristiano.
Señor, asistí a todas las reuniones.
Señor, pagué los diezmos de todas mis posesiones.
Señor, diariamente leí mi Biblia.
Señor, oré antes de cada comida.
Señor, logré que mi vecino me acompañase a los cultos.
Señor, hablé en lenguas...eché fuera demonios...y en tu nombre hice muchos milagros.
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? (Mateo 25:42-44; Mateo 7:21-23).
¡Qué desgracia! Muchos hemos estado tan involucrados en los rituales del cristianismo que no tenemos tiempo ni interés de hacer lo que más le preocupó a Jesús.
Diariamente mueren doce mil personas de hambruna y desnutrición, pero nosotros disputamos en cuanto a la cena del Señor. ¿Se transubstancia el pan y el jugo de uva en cuerpo y sangre de Cristo? ¿De veras hay consubstanciación? ¿Usaremos vino o meramente jugo de uva? ¿Usaremos pan con o sin levadura? ¿Usaremos una o muchas copas? ¿La celebraremos anual, mensual, trimestral o semanalmente? ¿Usaremos pequeñas obleas o panes grandes para partirlo en el momento de la celebración?
Enormes extensiones de nuestro planeta están secas, áridas y afectadas por las sequías, pero nosotros debatimos en cuanto al bautismo. ¿Es por rociamiento, aspersión o por inmersión? ¿Es para remisión de nuestros pecados o para alguna otra cosa?
Millones no tienen casa ni hogar, pero nosotros construimos catedrales donde congregarnos a adorar a Jesús en vez de contruir viviendas.
Mientras millones de almas tiemblan de frío, ¿qué hacemos nosotros para evitar "pasar de largo" (Lucas 10:31).
Sentimos muy poca o nada de compunción por no ministrar a los enfermos o por no rectificar las discrepancias de nuestro sistema actual, pero decimos que somos siervos de Jesús. Predicaremos a los perdidos. Le cantaremos a los hambrientos. Repartiremos folletos a los que pasan frío; oraremos por los enfermos y, ¿acaso votaremos por la ejecución de leyes más drásticas?
Pero el juicio se basará en el amor que hayamos mostrado a nuestros semejantes.
Querido lector, por favor esté cierto que este tipo de juicio no fue el resultado de una mera improvisación por parte de Dios. Tampoco fue un cambio de última hora. Siempre ha sido su propósito que nos AMEMOS unos a otros. Este es el mensaje que Dios ha estado tratando de comunicarnos desde el principio.
Algunos afirman que Job es el libro más antiguo de la Biblia. Sea como sea, sí es un documento muy antiguo, pero observe que refleja un criterio de vida que está en perfecta armonía con el eterno propósito de Dios. Por favor considere:
El juicio incluye A Job le preocupaban:
nuestro trato
con:
los hambrientos los pobres
los sedientos los huérfanos
los forasteros los perdidos
los desnudos las viudas
los encarcelados los inválidos
los enfermos los oprimidos
los ciegos, cojos,
menesterosos
(Mateo 25:31-46) (Job 29:12-17)
Cuando Dios decidió juzgar a su pueblo en los días de Isaías, usó la misma pauta de interés humanitario que había estado en boga desde el Edén y que debe exigirse en el fin del mundo. Isaías 58:1-7 va directamente al grano. Buscaban diariamente a Dios, es decir, se congregaban a diario. Se deleitaban en conocer sus caminos, o sea les encantaba leer la Biblia. Se acercaban a Dios, guardaban su ley. Le pedían a Dios justos juicios, o en otras palabras, querían instrucción religiosa. Se deleitaban en acercarse a Dios, lo cual indica que les gustaba orar. Pero todo su acercamiento religioso había pasado por alto el asunto del amor. Es por ello que dijo Isaías:
¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? (Isaías 58:5)
En otras palabras, el fin último de Dios no fue que el hombre se inclinase como junco o que se vistiese de cierta forma; la meta de Dios es que la gente se ame. Por lo que Isaías continúa:
¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia (Isaías 58:6-8).
Este pasaje de Isaías es representativo del juicio de Dios tal como lo revelan todos los profetas (vea Jeremías 22:3; Miqueas 6:6-8; Oseas 6:6; Amós 5:21-24; Zacarías 7:9-10, 8:16-17; etc., etc.).
Jesús.
Al venir Jesús, el plan de Dios no cambió; se profundizó y se elevó más. Jesús fue la personificación de lo que Dios había estado tratando de comunicar desde el principio. Reiteradamente hemos dicho que una palabra es un vehículo de comunicación y Jesús es el "Verbo o Palabra" de Dios. Jesús es la imagen expresa de Dios. En él habita corporalmente toda la plenitud de Dios (Colosenses 2:9).
Empezó su ministerio limpiando el templo de todos aquellos que no se preocupaban por las necesidades de sus semejantes. Reunió en torno suyo a un grupo de gente del vulgo y anduvo haciendo bienes. Sanó a los enfermos y mostró compasión por los necesitados. Desafió la religión instituida de su época al poner por encima de las tradiciones de los ancianos las necesidades de la gente. Su estilo de vida fue muy distinto a la estricta estructura teológica de sus contemporáneos. Dio más importancia a las necesidades de la gente. Insistió que el día de reposo fue hecho para el hombre y no el hombre para el día de reposo. Debido a eso, no titubeó en sanar en ese día o en usar ese día para atender las necesidades humanas. De igual modo, estaba libre para fraternizar con las clases bajas de la sociedad y su propensión en gozar de la vida hizo que sus enemigos lo tildaran de "comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores" (Lucas 7:34).
Jesús fue ejemplo a sus discípulos para que ellos siguiesen sus pasos. Por eso, que no nos caiga de extraño ver que la iglesia primitiva puso énfasis en las necesidades humanas. Las Escrituras afirman: "Así que no había entre ellos ningún necesitado..." (Hechos 4:34). Los que estaban poseídos del Espíritu de Jesús no podían estar más preocupados por las cosas materiales. De modo que, vendieron sus posesiones y bienes y distribuyeron lo obtenido de acuerdo a las necesidades de cada uno (Hechos 4:35).
Es de suma importancia recordar que los primeros hombres que la iglesia primitiva escogió para que funcionasen como oficiales se designaron para abordar los problemas de hambre y discriminación (Hechos 6:1-8). Algunos consideran que estos hombres fueron los primeros "diáconos" de la iglesia.
El primer uso de la palabra "ancianos" respecto al cristianismo nuevamente se asocia con la atención a los pobres. En Hechos 11:30 los discípulos de Antioquía enviaron ayuda a los hermanos de Judea remitiéndosela a los "ancianos" de la iglesia en Jerusalén por mano de Bernabé y de Saulo.
La primer persona resucitada después del establecimiento de la iglesia fue una mujer llamada Dorcas quien "abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía" (Hechos 9:36). Su generosidad hacia los pobres fue evidente por la presencia de viudas quienes lloraban y mostraban las túnicas y los vestidos que Dorcas hizo cuando estaba con ellas. Su asociación con las "viudas" añade peso a la suposición de que Dorcas fue una de las viudas de más de 60 años que prometieron no casarse de nuevo (vea I Timoteo 5).
El primer gentil convertido al cristianismo sin judaizarse fue Cornelio, un devoto centurión romano que hacía muchas limosnas al pueblo (Hechos 10:2).
Santiago es el que enfatiza de modo fuerte y evidente la ayuda a los pobres, y parece que ésta es la primer carta del Nuevo Testamento en escribirse. En su primer capítulo, Santiago describe que la religión pura es prestar atención a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones. En su segundo capítulo, Santiago amonesta contra la discriminación a los pobres en las reuniones y discute la fe y las obras en un contexto que trata sobre los "desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día" (Santiago 2:15). Califica al amor como la "ley real" y la "ley de la libertad" (Santiago 2:8, 12). En el tercer capítulo Santiago aconsejó a los líderes de las congregaciones que no maldijesen a los hermanos, sino que usasen su lengua para promover la paz. El cuarto capítulo nos recuerda que la amistad del mundo nos enemista con Dios y que eso promueve guerras y peleas entre la hermandad. Dice que los que murmuran de su hermano y lo juzgan, murmuran y juzgan a la ley (4:11). El quinto capítulo presenta una severísima condena contra los ricos que viven en la opulencia y que han defraudado a los pobres. ¿Cómo es posible que leamos esta carta sin relacionarla directamente con los actuales asuntos sociales y espirituales?
Cuando Pablo se reunió con los líderes de la iglesia de Efeso, les recordó que por tres años había trabajado entre ellos sosteniéndose a sí mismo así como también a los que lo acompañaban. Lo hizo como ejemplo para que ellos también "trabajasen de igual forma" para compartir con los necesitados. Con su mente puesta en lo que Jesús enseñó que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:31-35), más tarde escribió a los de Efeso:
El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad (Efesios 4:28).
Aquellos que se negaban a trabajar no se les debía animar en su pereza y letargo: Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma (II Tesalonicenses 3:10).
Sin embargo, no pemitamos que tales pensamientos nos cieguen en cuanto al eterno propósito de Dios de que nos amemos. Hacia fines de la era apostólica el mensaje "del principio" no había cambiado, pues Juan escribió:
En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (I Juan 3:18-20).
Este simple repaso de la historia humana revela que durante cada dispensación, Dios se ha preocupado de las relaciones humanas. Para los cristianos el compartir esta preocupación no es asunto irrelevante o que lo eludamos hábilmente; es el fin deseado del evangelio de Cristo y será un aspecto central en el día del juicio.
Ciertamente existe el peligro de que algunos hermanos abandonen completamente el amor a Dios y totalmente se enfoquen a una filosofía de vida puramente humanista. El comunismo nos ilustra un extremo del ateísmo humanista. Bajo la máscara de servir al hombre sin la ayuda de Dios, el comunismo ha creado un estado policíaco en el cual se patrulla a la sociedad mediante el uso de la fuerza. La ametralladora, los muros y las cercas de alambre de púas son equipo común en la "utopía" comunista. Aunque en la actualidad parecen empezar a pasar de moda. Quizá sea así.
Sim embargo, existe un peligro aún más grande de que los religiosos traten de servir a Dios sin preocuparse de la ayuda humanitaria. Los que tienen el Espíritu de Jesús en sus vidas no ayudarán sin procuparse por sus semejantes. Así como se identifica a un árbol por sus frutos, nosotros también mostramos a Cristo en nuestras vidas en la forma en que nos tratemos unos a otros. Lo que Cristo inició en el cuerpo, el cuerpo continúa haciéndolo en él. Servíos por amor los unos a los otros (Gálatas 5:13).
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el jucio (Hebreos 9:27). Por favor no descuide lo que Jesús nos ha dicho en cuanto a que su palabra nos juzgará en el día postrero (Juan 12:48).
1. ¿Se debe tomar en forma figurada la declaración de Jesús respecto a tener hambre, sed, etc.?
2. ¿Tiene la congregación donde usted se reune programas para atender las necesidades materiales y sociales?
3. ¿Debemos los cristianos atender las necesidades de los no cristianos?
4. ¿Qué es más fácil amar a Dios o amar a nuestro prójimo?
5. ¿Quién es nuestro prójimo?
6. ¿Practicó la iglesia de Jerusalén alguna forma de comunismo?
7. ¿Tiene la iglesia que enfatizar el evangelismo para atender las necesidades físicas?