EPILOGO

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Banjamín Franklin fue el diputado más viejo en la convención Constitucional de 1778 de los Estados Unidos. Era un anciano chaparro y gordo que se vestía como cuáquero: rapado, con calcetines blancos, de 83 años de edad pero con una mentalidad brillante y lúcida como la de un joven de 25 años.

Durante estos tenebrosos días que siguieron a la guerra de Independencia, la amenaza de la anarquía era una realidad constante y, por lo tanto, la formación de una constitución llegó a ser una necesidad nacional. Durante diecisiete días de acalorados debates, el Sr. Franklin mantuvo un silencio asombroso, pero el 28 de junio tomó la palabra para sugerir que cada sesión se iniciase con una oración. Consideró que la falta de progreso hasta ese momento se debía a `la imperfección del entendimiento humano'. Prosiguió a revisar sus infructíferas investigaciones de la historia y sus frustraciones de las constituciones de la Europa contemporánea; y dirigiéndose a Washington, dijo: `Señor, ¿cómo es que hasta ahora no se nos ha ocurrido humillarnos ante el Padre de las Luces para que él ilumine nuestro entendimiento? Señor, ya he vivido largo tiempo y entre más días pasan veo más pruebas convincentes de su verdad: Dios gobierna los asuntos del hombre y si un gorrión no perece sin que él lo sepa, ¿sería posible que se levantase un imperio sin su ayuda?...yo...creo que sin su ayuda no tendremos éxito como tampoco lo tuvieron los que construían Babel. Si nos dividimos por nuestros propios intereses, nuestros proyectos se confundirán y nosotros seremos reproche y objeto de escarnio de futuras generaciones. Y, lo que es peor aún, a partir de este error, la humanidad puede desesperar ya no estableciendo gobiernos mediante la sabiduría humana, dejando todo al azar, la guerra y la conquista'.

(La cita anterior fue tomada de Benajamin Franklin por Carl Van Doren, N.Y., The Viking Press, 1938)

Franklin amaba tres teorías políticas. La primera envolvía el peligro de pagar altos sueldos a los empleados de gobierno. La segunda tenía que ver con un cuerpo ejecutivo plural carente de poder. Su filosofía fue: "entre menos gobiernen es mejor". La tercera trataba de la representación estatal justa que necesitaba incrementarse. Fue arrasado en estos tres puntos.

El lunes, 17 de septiembre, terminó la convención. He aquí unas cuantas palabras de Franklin en cuanto a su clásico ejemplo del amor conciliatorio.

Confieso que hay ciertas partes de esta constitución que por el momento no apruebo, pero no estoy seguro si algún día las apruebe; ya que, después de vivir una larga vida, he experimentado momentos en que me he visto obligado, por tener mejores pruebas o después de amplias consideraciones, a cambiar de parecer aun en temas muy importantes que creía correctos pero que mostraban lo contrario. Así, entre más envejezco más apto soy para dudar de mi propio juicio y poner atención a los juicios emitidos por los demás. En verdad, todo hombre al igual que toda secta, creen poseer toda la verdad. Pero aunque muchos se crean infalibles como su secta, no lo expresan abiertamente como lo hizo una francesa que discutía con su hermana: "hermana, no sé cómo pasa, pero jamás he conocido a alguien que esté en lo correcto como lo estoy yo".

Así, con esta forma de mi sentir, estoy de acuerdo con esta constitución con todas sus fallas, si es que las tiene, porque creo que necesitamos un gobierno general y no existe ninguna forma de gobierno sino el que sea de bendición a su pueblo si es que se administra bien, y creo que éste será bien administrado por unos años, y sólo puede caer en el despotismo como lo han hecho otras formas de gobierno cuando la gente llegue a corromperse tanto que llegue a necesitarse una forma déspota de gobierno, sin posibilitar alguna otra. Dudo que otra convención que tuviéremos pudiese emitir una mejor constitución. Porque cuando se reune a una gran cantidad de hombres para que emitan sus prejuicios, sus pasiones, sus errores de opinión, sus propios intereses y sus egoístas puntos de vista, ¿podrá esperarse una producción perfecta? Debido a eso, me sorprende que este sistema ya esté a punto de lograr la perfección. Doy mi consentimiento así a esta constitución porque no espero otra mejor. Mis opiniones expresadas en cuanto a sus errores las sacrifico en bien del interés público. No las he divulgado por ninguna otra parte. Nacieron dentro de estas paredes y aquí morirán. Resumiendo, no puedo pasar por alto expresar mi deseo en cuanto a cualquier miembro de la convención que todavía albergue objeciones a esta constitución, junto conmigo en esta ocasión, dude de su infalibilidad y que manifestemos nuestra unanimidad firmando este documento.

(Cita tomada del libro ya mencionado)

Ha llegado la hora en la causa del cristianismo que cada uno de nosotros dude un poco de su propia infalibilidad. Después de XIX largos siglos las disputas doctrinales no tienen solución y nunca la tendrán aquí. La solución a nuestras divisiones no es encontrarse en más debates, sino en el sorprendente poder del amor. ¿Cree usted que no haya argumento contra el amor?

...Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40).