¿A QUIENES PUEDE EMPLEAR LA IGLESIA?

...Digno es el obrero de su salario (I Timoteo 5:18).

Al procurar contestar preguntas tales como a quiénes puede emplear la iglesia, es de suma importancia que pensemos en términos Escriturales en vez de en nuestra herencia religiosa.

Muchos todavía piensan que la "iglesia" es una capillita. Nostálgicamente nos remitimos a aquellos "buenos tiempos" y de algún modo creemos que el regresar a la sencillez de su fe resolvería todos los problemas de la sociedad moderna. Puede haber escondida más verdad en este concepto de lo que parezca a primera vista.

Nuestros padres en la fe fueron los pioneros de una valiente reforma en su generación. Wilson L. Thompson en su tesis de doctorado sobre "Los institutos y la no fijación de metas" hizo notar que el 90% de los presidentes de colegios en Estados Unidos, antes de la guerra civil, eran pastores. En 1856 se graduaron 40,000 estudiantes de estos colegios y sólo una cuarta parte de ellos se dedicaron al ministerio.

Cuando el ministro llegaba al "templo o parroquia", frecuentemente llegaba a ser el hombre de más influencia en la comunidad. Esta es la razón por qué se le llamaba "pastor o párroco", que simplemente significa "la persona". No sólo era el más educado de la comunidad, sino que era el eje sobre el cual funcionaba toda la comunidad. La "casa de reunión" donde él predicaba también era el local donde se reunían los campesinos para tratar asuntos agrícolas. Los ciudadanos se reunían en el mismo lugar para discutir sobre problemas sociales y políticos y era allí también donde los padres se reunían para tratar asuntos relacionados con las familias. A menudo, tal casa también se usaba como escuela y la Biblia era usada como uno de los libros de texto. Nuevamente enfatizo que estos hombres fueron pioneros. Fueron pensadores osados que retaron las limitadas fronteras de sus padres. Se atrevieron a abandonar las raíces tradicionales de sus generaciones pasadas y tuvieron nuevos sueños. Estos sueños se hicieron realidad, con la ayuda de Dios; fueron sueños forjados en hornos de la aflicción dentro de la selva. No "jugaron a la segura", adhiriéndose a sus tradiciones sino que se adentraron en las Escrituras y, mediante ello, Dios les habló para que supliesen sus necesidades inmediatas.

El secreto de su sorprendente valor no se encuentra al estudiar éste. Se encuentra al estudiar la Biblia. La palabra de Dios es viva y eficaz (Hebreos 4:12-13). Puede edificarnos y darnos herencia con los santificados. Es una fuente permanente de sabiduría y de ánimo; porque no nos da Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Cuando estudiemos la palabra, tal cual lo hicieron ellos, tal vez seamos lanzados también a las fuertes corrientes del servicio comunitario.

En las últimas dos generaciones la iglesia ha estado obsesionada con la mentalidad de temor y ha reaccionado defensivamente. Sentimos que Jesús cometió un error táctico al enviarnos como ovejas en medio de lobos feroces y hemos improvisado una gran variedad de protecciones para "corregir" el problema. Hemos temido involucrarnos en la educación y los problemas sociales y sólo nos hemos dedicado a "la predicación del evangelio". Por eso construimos nuestros edificios y nos retiramos del mundo que nos rodea. Permitimos que el crimen prolifere y que los molinos del divorcio trituren las bases de la sociedad. Haremos repicar la campana y predicaremos a todos los que entren al "santuario". Amigos míos, éste no es el concepto del primer siglo. Es un concepto medieval. Es un concepto monástico traído del oscurantismo y disfrazado para el siglo veinte.

Monjas del primer siglo.

Arriesgándome a abrir una caja de pandora de controversia, permítaseme recordarle que la iglesia del primer siglo no tuvo un grupo de mujeres que hubiesen jurado nunca casarse. Sin embargo, difieren de las "monjas" actuales en muchas formas. Sus requisitos se enlistan en I Timoteo 5:9, 10.

Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.

Los versículos que le siguen en esta cita prohíben que sean tomadas en cuenta las viudas jóvenes ya que pueden violar su juramento de no volverse a casar. Mi opinión muy personal es que en este pasaje no tratamos sólo de la "ayuda" a gente necesitada. Es una responsabilidad del cristiano alimentar a los hambrientos y vestir a los desnudos, sin importar su pasado o su estado civil. Cuando el cristiano se topa con una mujer que está muriendo de hambre y que está desnuda, no es necesario que llene los requisitos en cuanto a su edad, religión o si es viuda o no. El tema ante nosotros no sólo trata en cuanto a la benevolencia; sino que es de un grupo de mujeres que la iglesia mantenía para que se ocupasen de ciertas tareas (Gálatas 6:10).

Opino que Dorcas era una de tales mujeres. Cuando Pedro acudió para resucitarla, le rodearon todas las "viudas", llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba "con ellas". Una vez que Pedro la resucitó, llamó a los santos y a las "viudas" y la presentó viva (Hechos 9:36-41).

También opino que las "viudas" de I Timoteo 5 se relacionan con las "ancianas" de Tito 2:3-5. En este último pasaje las "ancianas" debían enseñar a las mujeres jóvenes en cuanto a sus responsabilidades en el hogar. Lamentablemente para la iglesia y el mundo, esta Escritura ha sido enterrada bajo pilones del pensamiento tradicional y hemos permitido que sean los ministros jóvenes los que aconsejen a tales amas de casa. Las tragedias que esta imprudencia ha generado son innumerables.

De regreso a lo fundamental.

La referencia a las "monjas" o las "viudas" no es con el propósito de hacer una "lista Escritural" de personas que la iglesia pueda contratar. Más bien me gustaría probar que la lista en sí, es un concepto anterior a Cristo en un mundo después de él.

La iglesia es el cuerpo de Cristo. Un cuerpo es flexible. Si está sano, se puede ajustar con gran destreza a las diferentes circunstancias. Necesitamos abandonar esa mentalidad paralítica que haría que alguien piense que es "Escritural" apoyar a Pablo por ser predicador, pero que "no es Escritural" apoyar a Lucas porque era médico. La verdad de todo el problema es que tenemos todo el derecho y la responsabilidad de invertir el "dinero del Señor" en todos, o en todo aquello que ayudase a cumplir con el trabajo de Jesús en el mundo.

Parece que ya lo estamos haciendo sin darnos cuenta. Se sacan millones de pesos del "dinero del Señor" y se da a albañiles, carpinteros, mecánicos, plomeros, electricistas, pintores, técnicos en máquinas de escribir, abogados, contadores, tenderos y un sinnúmero de personas más. Normalmente no le preguntamos a esta gente su confesión de fe o su currículum espiritual. Los contratamos porque los necesitamos. Sin embargo, el mismo consejo que contrata a alguien para arreglar la puerta y le paga con el dinero del Señor, siente que "no es Escritural" contratar a un médico para que trate a un cuerpo o a un psiquíatra para que ayude en un problema mental. Nuestro planteamiento legalista en cuanto a la forma de gastar el "dinero del Señor" necesita de una reevaluación completa.

La fe de nuestros padres.

Conozco a un hombre del Oeste que tiene un terreno de diez hectáreas. Trabaja la tierra como lo hacía su padre hace cincuenta años. Ara con un tractor modelo 1920 y cosecha a mano su maíz. Cocina en una estufa de madera que su mamá compró a principios de siglo. Vive en una casa que sus padres construyeron con madera de sus terrenos, cortada en el aserradero familiar. Su forma de trabajar es "original". La gente le pregunta por ella ya sea por curiosidad o por querer comprar algunas de sus antigüedades. En un mundo en el que dos billones de gente se acuestan con hambre todas las noches es afortunado que este procedimiento de trabajar las tierras no se haya popularizado.

Hay un sentido real que este hombre en nada imitaba a su padre. Su padre era un progresista. Mientras que los demás campesinos pensaban en los "nuevos tractores dentados", él se compró uno. Cuando los caballos de ellos ya no aguantaron a arar, él les cobraba por ararles sus terrenos. Cuando se llegaba el tiempo de cosecha, él, con su moderno equipo, cosechaba todo.

Cuando buscamos imitar la fe de nuestros padres debemos ser precavidos al enfrentarnos a nuevas fronteras. La fe de ellos estaba fundamentada en Cristo y se negaron a amedrentarse ante los peligros de la selva o de las innovaciones que eran necesarias para salir adelante en los problemas que allí iban encontrando. Terminaban el día con su Biblia abierta a la luz de una lámpara de petróleo. Exhaustos, se hincarían a orar para pedir sabiduría. Dios contestaba sus oraciones. De alguna forma u otra no sólo sobrevivieron, sino que pusieron el fundamento del mejor país del mundo y nos dejaron una herencia de valentía para que, sobre sus hombros, veamos nuevos horizontes.

¿A quiénes empleó la iglesia del primer siglo?

No contamos con un catálogo legalista que la Biblia nos provea, pero tengo una creciente convicción de que la iglesia de Jesucristo tiene libertad absoluta para suplir las necesidades. La iglesia en Jerusalén atendió las necesidades de los que fueron víctimas de la pobreza o de las discriminaciones y tuvieron todo el derecho de "emplear" cualquier servicio que se necesitase. Pudieron contratar a profesores, consejeros, cocineros, técnicos, administradores, médicos, dentistas, campesinos o a cualquiera que aliviase los sufrimientos de la gente.

El buen samaritano encontró a la sangrante víctima de un crimen en el camino. Curó sus heridas poniéndoles aceite y vino. Ello implicó gastos. Lo llevó a un mesón y pagó para que lo cuidasen. Es más, hizo arreglos de modo que pudiese regresar a pagar los gastos extra por su recuperación. Todo ello tuvo que ver con el dinero. En nuestro planteamiento legalista de servir a Jesús, nunca se podrá realizar esto mediante comités o aprobarse por el consejo. Igual que el sacerdote y el levita, pondríamos en un lugar bien seguro el "dinero del Señor" y pasaríamos de largo.

¿Quién arregló el techo?

En Lucas 5:17-26 encontramos una emocionante historia de cuatro hombres que trajeron a su amigo paralítico para ver a Jesús. Cuando llegaron a donde éste se encontraba no pudieron entrar por causa de la multitud. La urgencia de su misión los hizo idear un plan atrevido. Subieron a su amigo al techo, destecharon el tejado y lo bajaron ante Jesús. ¡Aleluya! No sólo se le perdonaron sus pecados a tal hombre sino que fue sanado de su parálisis.

¿Qué le parecería intentar que un comité o el consejo de su iglesia apruebe algo así? En primer lugar, esta idea es muy espectacular para nosotros. Sin duda que había otras formas de llegar hasta Jesús con tal hombre. En segundo lugar, con ese plan se destruiría propiedad ajena y todos los participantes podrían ser acusados por daños y perjuicios en propiedad ajena. Finalmente, no importa como quede, alguien tenía que arreglar el techo y ese gasto se daría con fines "espirituales" y físicos. Así que, nosotros "ahorraríamos el dinero, el techo" y dejaríamos que tal hombre se fuese directamente al lago que arde con fuego y azufre.

Las prioridades de la gente.

A Dios le pertenece toda bestia del campo y las reses en las miles de colinas. El tiene los títulos de propiedad del vasto universo con todas sus innumerables riquezas y bienes. Sin embargo, lo que más le preocupa es la gente.

Dios hizo la tierra para que la gente la disfrute. Nos creó a su imagen y nos dio el privilegio de utilizar la innumerable cantidad de verduras y frutas. Esperaba que señoreásemos sobre toda bestia, ave y criatura que se mueve sobre la tierra. Hizo el sol, la luna y las estrellas para bien y disfrute del hombre. No hay nada más importante en el universo que el hombre.

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32).

Nunca cumple mejor la iglesia su "objetivo" que cuando se preocupa por el beneficio del hombre. Nuestra necesidad más apremiante es la salvación. El concepto bíblico de salvación es mucho más amplio que sólo ser salvo eternamente. El hombre necesita ser íntegro desde ahora mismo.

Jesús anduvo haciendo bienes. Sanó a los enfermos y dio vista a los ciegos. Acompañó a los solitarios y fue amigo de publicanos y pecadores. Le preocuparon los niños y tuvo compasión de los afligidos. Alimentó a los hambrientos y guió a los que estaban como ovejas sin pastor.

La iglesia es el cuerpo de Cristo. Es el templo de su Espíritu. Lo que Jesús empezó a hacer en el cuerpo, el cuerpo continúa haciéndolo en él. Al hacerlo así, manifestamos a principados y potestades en los lugares celestiales la infinita sabiduría de Dios. La humanidad ve nuestro amor y se da cuenta que hemos estado con Jesús.

Preguntas para reflexionar-Lección nueve.

1. Hace cien años la iglesia era el eje de toda actividad en la comunidad. ¿Cómo perdimos tal posición?

2. Discuta la responsabilidad que el cristiano tiene de hacer bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:10).

3. ¿Hace trabajo de benevolencia el gobierno federal y local que muy bien pudiese ser hecho por la iglesia?

4. Sabemos que algunas iglesias enviaron dinero a Pablo (II Corintios 11:8; Filipenses 4:15, etc.). ¿Habría estado mal que él compartiese tal dinero con Lucas, el médico amado, o con Marcos, el acompañante?

5. ¿Qué quiere decir la Biblia con "doble honor" en I Timoteo 5:17?

6. Febe era diaconisa en la iglesia de Cencrea y es recomendada a los cristianos romanos que la ayudasen en todo lo que ella necesitase. ¿Hubiese estado mal que la iglesia le pagase por sus servicios?

7. ¿Qué es más "Escritural", contratar a un pastor o a una secretaria?

8. ¿Qué es más importante, contratar a un plomero para que arregle un excusado o a un consejero para que ayude a restaurar un hogar roto?

9. En una ocasión, un hombre que "entró al ministerio" prometió mantenerse pobre y sin casarse. ¿Estuvo bien o estuvo mal tal decisión?

10. Señale, por lo menos, una necesidad en su iglesia o comunidad que requiera de la contratación de alguien para atenderla.

Lección diez